Las sardinas son uno de los más humildes pescados de nuestra despensa (y de los más baratos, claro). Y sin embargo, son deliciosas, especialmente si las disfrutamos al aire libre, en el campo o la playa, y a la brasa. Se convierten entonces en un manjar las sardinas y en una fiesta el acto de su preparación y consumo.
Además, son muy saludables. Las sardinas son un pescado azul y por lo tanto contienen gran cantidad de omega 3. Por eso los nutricionistas (y los cardiólogos) las recomiendan siempre para prevenir enfermedades del corazón.
Cuando no tenemos brasas podemos hacer las sardinas al horno (a 180 grados, sobre una fuente de horno con sal y apenas 5 minutos -cuando el ojo se pone blanco ya están-), en papillote (la mejor manera para evitar olores) o a la plancha (sal muy caliente en toda la superficie de la sartén, por tandas y las tenemos enseguida).
Las sardinas son muy sanas, pero muy olorosas. En los tres casos anteriores es fácil neutralizar los olores, pero hablamos de hacer sardinas a la brasa y la cosa es más complicada. No perdamos la fe: hay maneras de cocinarlas y evitar que el olor a chiringuito lo invada todo.
Sardinas frescas (ojos claros y sin sangre)
De entrada hay que cumplir dos condiciones básicas para que nuestras sardinas estén deliciosas y huelan menos. No tienen por qué venir de Santurce, como en la vieja canción, pero es fundamental que sean sardinas frescas (ojos claros y sin sangre) y de calidad.
Frente a otras preparaciones, en el caso de las sardinas a la brasa no hay que limpiarlas ni desescamarlas (sí, se hacen sin quitar las vísceras). Se salan antes (o después, mientras que estén calientes) y se colocan en la parrilla cuando ya no haya fuego y sólo brasas (mejor de madera que de carbón). La brasa debe estar contenta y la parrilla a unos 20cm. de distancia.
Echamos aceite de oliva por encima; así se crea una costra rica que ayuda a que no se rompan. Con 2 minutos por una cara y 1-2 minutos más por la otra nos tiene que valer. Importante: se comen ya, enseguida, calentitas. Y con los dedos.
Pero volvamos al olor. Si las estamos haciendo a la brasa pero no en el campo hay algunos trucos para neutralizar los olores. Por ejemplo, poner junto a la parrilla una sartén al fuego con unos granos de café o unos trozos de cáscara de limón. Otro truco es calentar una sartén con un poco de sal antes de cocinar las sardinas.
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