El truco definitivo para dejar las sardinas a la brasa en su punto y sin malos olores

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A la brasa las humildes sardinas se convierten en un manjar.
Laurence Mouton/GTRES
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Las sardinas son uno de los más humildes pescados de nuestra despensa (y de los más baratos, claro). Y sin embargo, son deliciosas, especialmente si las disfrutamos al aire libre, en el campo o la playa, y a la brasa. Se convierten entonces en un manjar las sardinas y en una fiesta el acto de su preparación y consumo.

Además, son muy saludables. Las sardinas son un pescado azul y por lo tanto contienen gran cantidad de omega 3. Por eso los nutricionistas (y los cardiólogos) las recomiendan siempre para prevenir enfermedades del corazón.

Sardinas a la sal
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EMMA GARCÍA

Cuando no tenemos brasas podemos hacer las sardinas al horno (a 180 grados, sobre una fuente de horno con sal y apenas 5 minutos -cuando el ojo se pone blanco ya están-), en papillote (la mejor manera para evitar olores) o a la plancha (sal muy caliente en toda la superficie de la sartén, por tandas y las tenemos enseguida).

Las sardinas son muy sanas, pero muy olorosas. En los tres casos anteriores es fácil neutralizar los olores, pero hablamos de hacer sardinas a la brasa y la cosa es más complicada. No perdamos la fe: hay maneras de cocinarlas y evitar que el olor a chiringuito lo invada todo.

Sardinas frescas (ojos claros y sin sangre)

De entrada hay que cumplir dos condiciones básicas para que nuestras sardinas estén deliciosas y huelan menos. No tienen por qué venir de Santurce, como en la vieja canción, pero es fundamental que sean sardinas frescas (ojos claros y sin sangre) y de calidad.

Frente a otras preparaciones, en el caso de las sardinas a la brasa no hay que limpiarlas ni desescamarlas (sí, se hacen sin quitar las vísceras). Se salan antes (o después, mientras que estén calientes) y se colocan en la parrilla cuando ya no haya fuego y sólo brasas (mejor de madera que de carbón). La brasa debe estar contenta y la parrilla a unos 20cm. de distancia.

Sardinas
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GTRES

Echamos aceite de oliva por encima; así se crea una costra rica que ayuda a que no se rompan. Con 2 minutos por una cara y 1-2 minutos más por la otra nos tiene que valer. Importante: se comen ya, enseguida, calentitas. Y con los dedos.

Pero volvamos al olor. Si las estamos haciendo a la brasa pero no en el campo hay algunos trucos para neutralizar los olores. Por ejemplo, poner junto a la parrilla una sartén al fuego con unos granos de café o unos trozos de cáscara de limón. Otro truco es calentar una sartén con un poco de sal antes de cocinar las sardinas.

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