Si he de definir esta película en una sola cita diré que es siniestramente bella.
El filme proviene del genial Neil Gaiman, la animación está muy lograda, con un movimiento más realista, y no puede decirse que sea una cinta para llevar a tus sobrinos a verla, porque es muy para adultos. También es más larga de lo normal en este tipo de propuestas, pero el buen rato está asegurado.
Es un remake de una película japonesa que carece del suspense de la versión oriental.
Aburre con una pesada trama que apunta todo el rato a un descubrimiento muy evidente pero, cuando todo espectador cree saber cómo acabará, la historia nos sorprende con un final inesperado. No es una gran película y, salvo por un par de sustos, ni encuentras miedo ni entretenimiento.
Se deja ver más allá de explosiones y efectos por ordenador. Engloba las historias de las anteriores entregas y, saltándonos la previsibilidad, tiene giros interesantes y sorprendentes.
Vemos a un John Connor maduro, frío y distante, y tramas secundarias que no paran de cruzarse. La única nota mala es la continua repetición de situaciones y referencias a las otras películas.
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