Nació en Úbeda (Jaén) y estudió en Granada. En el equipaje ya llevaba la guitarra. Con 16 años, Zahara Gordillo ya se había presentado

a un par de certámenes de cantautores noveles pero fue en la ciudad de la Alhambra donde montó su propia banda, sin dejar los conciertos en solitario o al frente de un trío de jazz e incluso, dando clases de canto.

Los internautas se fijaron en ella antes que nadie. Sus canciones y vídeos

se propagaron por Internet contagiando de su dulzura a todo tipo de público. Después se mudó a Barcelona, donde grabó con miembros de Standstill o Love of Lesbian. Parte de esas experiencias y viajes se recogen en su primer disco,

La fabulosa historia de... (Universal, 09).

Estoy feliz. Noto que había mucha gente esperando el disco y que les gusta de verdad. Es un orgullo. Desde que salió no paramos ni un minuto y vamos de un sitio a otro, pero a veces me paro, lo pienso y más que vértigo siento inquietud. Te pones a hacerte demasiadas preguntas y en esos momentos, lo mejor es meterse en casa, arroparse hasta arriba mientras alguien te abraza y esperar al día siguiente. Lo llamo el momento Calimero; luego salgo del cascarón y ya está.

No. El año pasado di más de cincuenta conciertos yo sola en locales como Búho Real, en Madrid, y por toda España. Ahora no quiero volver a hacerlo porque son dos formatos muy diferentes. Siempre que pueda ir con banda y no sea en una radio o necesariamente en acústico, prefiero que las canciones suenen con guitarra, bajo y batería. Cuando estoy sola, es otra cosa. Hablo mucho más, quizá demasiado (risas).

Ricky era mi primera opción y Carlos venía por la compañía, pero ha funcionado perfectamente. A Ricky lo conocí porque yo era fan de Standstill y cuando vivía en Granada toqué como telonera de ellos. Cuando me mudé a Barcelona, decidimos probar algo en su estudio y me enamoré de él perdidamente. Para mi es el gran acierto del disco.

Se ha implicado. Yo tenía ese miedo, que se lo tomara como un encargo y no le emocionara, por mi estilo o por el tipo de canciones. Y todo lo contrario: él consiguió emocionarme a mi. Había canciones que ya no me gustaban, me había desenamorado de ellas y él consiguió que volviera a quererlas. Canciones como Tú me llevas o En la habitación, por ejemplo.

Creo que eso no existe. Son otros los que dicen qué eres, pero hace tiempo que son fronteras que no tienen sentido. Yo me he demostrado que se puede hacer un disco con personas muy distintas como Carlos Jean y Ricky Falkner y que no pasa nada, no se ha muerto nadie. A mi me encantan Low, un grupo poco conocido, pero también voy a ver a los Killers. Creo que esas etiquetas os sirven a vosotros, los medios.

Me encanta el último ep de Death cab for Cutie y me he vuelto loca hace poco con Coque Malla. No había escuchado casi nada de él ni de Los Ronaldos. Los otros discos en solitario tampoco los había oído mucho pero este último me tiene muy enganchada.

Antes sí. Ahora casi no bajo nada desde que he descubierto Spotify.com. Pero yo siempre me he comprado los discos que me gustan de verdad. Creo que cada vez hay más páginas para acceder a nuevos grupos y eso es buenísimo. Mis páginas en Internet las llevó yo y contesto a la gente que me escribe personalmente. Eso me hace estar en contacto con ellos y, simplemente, me encanta.

Estoy harta de que me pregunten si es el momento de las chicas en la música. Odio esa pregunta y me la hacen mucho. Además, la respuesta es no. No lo creo. No me gusta eso de la música de chicas.

El título del disco es largo...

Sí. Se llama

La fabulosa historia de la chica que perdió el avión y estuvo esperando sola toda la noche después de despedirse del amor de su vida. En una cena sin postre lo conoció en Roma y aunque aprendieron a flotar y a hacer infinitos los domingos, creían haberse perdido para siempre. Pero mientras despegaban los aviones, él le preguntó: ¿Te llevo? Sí, es muy largo, no hay duda, por eso lo resolvemos con los puntos suspensivos.

Sí. Era el avión que me pusieron para ir a la primera reunión en serio con mi discográfica en Madrid. Los billetes los pagó Universal y yo llegué tarde y lo perdí. Te puedes imaginar como me sentí de mal. Pero de ahí salió una canción,

Merezco y al final, también ha sido el título del disco. A veces hay que perder un avión para poder coger otros. Por cierto, tengo que coger uno dentro de una hora.

A Sevilla, venimos de Valencia y allí tenemos una entrevista. Después voy a Úbeda, lo presento en casa. Estoy nerviosa. Nadie en profeta en su tierra pero también muy contenta porque estará toda la familia.

Me gusta mucho más ensayar y tocar con un trío de jazz, pero también me da más miedo. La promoción no es dura y ya es un lujo que al menos te pregunten.