Expertos en submarinismo han descartado que Tomás Gimeno, el padre de Anna y Olivia, las niñas de Tenerife, haya podido suicidarse usando el método de la llamada muerte dulce para aminorar el sufrimiento. "El método más sencillo es tirarse con los plomos y ya está, con o sin botella", apunta uno de ellos, Ismael Mateos, de Buceo Madrid. "La muerte dulce sería lo más difícil".

Hallan en el fondo del mar dos botellas de aire de Tomás Gimeno 

Este jueves, los investigadores revelaron el hallazgo de dos botellas de aire pequeñas en la zona rastreada por el buque oceanográfico Ángeles Alvariño, dotado con un sonar y un robot submarino. 

Este hallazgo, según algunas fuentes cercanas a la investigación, podría revelar que Gimeno usó la muerte dulce para aminorar el sufrimiento en su suicidio. Se le llama así al efecto narcótico de la intoxicación con monóxido de carbono, que adormece al cuerpo previo al momento de la muerte.

Sin embargo, tanto Mateos como Arturo Ruiz, instructor de la escuela de buceo Oceania, señalan que es muy improbable que ese efecto se haya producido en el caso.

Mateos, de Buceo Madrid, explica que en el buceo profesional se puede producir la muerte dulce solo en los casos en los que un competidor profesional baja en apnea. 

ismael Mateos

• Instructor de Buceo Madrid.

"Al regresar a la superficie te puedes quedar sin oxígeno, pero el cerebro cree que aún lo tienes, aunque en realidad lo que tu cuerpo empieza a consumir es dióxido de carbono", señala. "Y entonces se produce la muerte dulce. Pero un submarinista con equipo nunca la va a tener si lleva un equipo autónomo".

Ruiz, de Oceania, coincide en la opinión. "Un buceador no puede morir por muerte dulce. Una cosa es que te quedes sin aire, y ahogarte debajo del agua no debe de ser nada dulce".

"Si este hombre ha entrado con una botella de aire a bucear y ha bajado a una profundidad muy grande, lo que le ha pasado es que se ha quedado sin aire y se ha ahogado", agrega Ruiz. "O eso o ha convulsionado por la presión parcial del oxígeno, pero lo de la muerte dulce nada".

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Otras posibilidades

Mateos, de Buceo Madrid, indica que una cosa que pudo haber pasado es que bajara a mucha profundidad, cogiera aire, se quitara la botella e intentara subir de nuevo. "Pero en ese caso es más probable que, antes de una muerte dulce, muriera por una sobreexpansión pulmonar o por enfermedad descompresiva". 

"Imagina que cuando bajas a profundidad el aire de los pulmones se comprime", explica. "Mientras que estás respirando no pasa nada en los pulmones, se comprimen y vuelven a su ser. Pero si bajas a mucha profundidad y aguantas la respiración, cuando subes ese aire se va hinchando y te revienta los pulmones".

La enfermedad descompresiva es un trastorno por el que el nitrógeno acumulado en la sangre y en los tejidos forma burbujas si se regresa a la superficie a una velocidad excesiva, indica Ruiz, de Oceania. "Pero estos son accidentes que ocurren muy de vez en cuando y no creo que nadie se quiera suicidar por una sobreexpansión pulmonar o una enfermedad descompresiva".

"Si este hombre se quería suicidar, se habrá lastrado muchísimo, habrá bajado con esas botellas para hacer algo y después se ha ido para abajo", agrega. En todo caso, apunta, va contra la lógica que Tomás Gimeno quisiera regresar a la superficie si lo que quería hacer era suicidarse.

Botellas pequeñas

Y es que las botellas encontradas esta semana por la investigación tienen poca capacidad de aire. Dan para bajar al mar cinco o diez minutos, no para una inmersión normal. Se suelen usar para entradas cortas, cuando alguien quiere hacer algo rápido (recoger un objeto que se ha caído al mar o desatascar la hélice de una embarcación, por ejemplo). 

"Otra cosa que pudo haber pasado es que en el buceo hay una profundidad a unos 30 metros en la que puedes tener narcosis por gas, que te puede dar el oxígeno y el nitrógeno", indica Ruiz, de Oceania. "Pero eso depende de muchas otras cosas, no solo la presión, sino también de tu estado, si estás drogado o bebido. Además, esa narcosis no va a hacer que te mueras".

Tomás Gimeno era un buceador recreativo, recuerda Mateos, de Buceo Madrid. "No pudo haber pasado de los 40 metros de profundidad. Ni siquiera podía bajar a más de 40 metros con aire, porque podría tener una intoxicación de oxígeno".

"Alrededor de los 60 metros, si bajas con una botella de aire probablemente tendrías una muerte por intoxicación de oxígeno", añade. "El aire tiene un 21% de oxígeno y un 79% de nitrógeno; a muchísima profundidad, digamos que ese 21% es venenoso por la presión parcial".

En todo caso, menciona Ruiz, de Oceania, el buceo es una actividad muy segura, con un índice de accidentes pequeño. "Un seguro de buceo cuesta solo 40 euros, más barato que un seguro por hacer trekking". 

Tampoco es una actividad peligrosa. "Te haces un curso y aprendes determinadas cosas, una de ellas, que es básica, es nunca subir aguantando la respiración y por supuesto no subir a una velocidad excesiva", asegura.