Así fueron las últimas horas de Lady Di en el quirófano: el cirujano que la atendió rompe su silencio

Imagen de archivo de Lady Di.
Imagen de archivo de Lady Di.
ARCHIVO
Imagen de archivo de Lady Di.

MoSef Dahman trabaja como cirujano en la ciudad de Antibes, en la Riviera francesa. Especializado en tratamiento contra la obesidad, lleva una buena vida, pero cada 31 de agosto, su vida se agita un poco. Es el aniversario de la muerte de Diana de Gales, la célebre Lady Di. Y a él le pilló muy de cerca.

Durante varias horas en la madrugada del domingo 31 de agosto de 1997, Dahman, el entonces joven cirujano general de guardia en el hospital más grande de Francia, jugó un papel central en la lucha desesperada por salvar la vida de Diana, princesa de Gales, que había resultado gravemente herida en un accidente automovilístico en el centro de París esa misma noche.

Hasta ahora, Dahman nunca había hablado con la prensa, pero ha roto su silencio y ha sido entrevistado por el Daily Mail.

Una de sus razones para hablar ahora (según el medio inglés lo hace de forma gratuita) es reiterar cómo, en contradicción con las teorías de conspiración que afirmaban que de alguna manera eran parte de un complot asesino del establishment británico, el personal médico de emergencia francés involucrado esa noche hizo todos los posibles esfuerzos por salvar a Diana.

Las casualidades

Parisino de nacimiento, Dahman no habría estado en su ciudad natal, y mucho menos de servicio, esa noche si no estuviera a punto de convertirse en padre por segunda vez.

"Pero no me tomé unas vacaciones ese verano", recuerda. "Por la sencilla razón de que mi esposa estaba embarazada de mi hijo (ya tenían una hija). Como resultado, trabajé todo el verano", dice el médico, de 56 años.

Noche frenética

El Mercedes en el que viajaba Diana se estrelló en el túnel de Alma aproximadamente a las 00:23 de la mañana. Debido a la gravedad de las lesiones resultantes, los médicos la trataron durante mucho tiempo en el lugar del suceso.

Luego sufrió un paro cardíaco mientras la trasladaban a una ambulancia. Tras ser revivida, fue transportada por esa ambulancia al hospital donde estaba Dahman. Llegó allí a las 2:06 de la madrugada.

"Estaba descansando en la sala de servicio cuando recibí una llamada de Bruno Riou, el anestesista principal de servicio, diciéndome que fuera a la sala de emergencias", recuerda Dahman. 

"No me dijeron que era Lady Diana, pero que había habido un accidente grave que involucraba a una mujer joven. La organización del hospital Pitié-Salpêtrière era muy jerárquica. Entonces, cuando recibías una llamada de un colega de alto nivel, eso significaba que el caso era particularmente serio", recuerda.

Una vez llegó a Urgencias, "mi interna estaba en la habitación. Pero estaba en un rincón porque estaba un poco abrumada por la gravedad del momento". Dahman, de 33 años en ese momento, fue informado de que la figura inconsciente en la camilla era nada menos que Diana, princesa de Gales.

"Para cualquier médico, cualquier cirujano, es de gran importancia enfrentarse a una mujer tan joven que se encuentra en esta condición. Pero, por supuesto, más aún si es una princesa", dice el médico.

A Diana le habían hecho una radiografía al llegar al hospital. Las imágenes resultantes de su pecho mostraban que estaba sufriendo una "hemorragia interna muy grave". Como resultado, se sometió a un drenaje torácico: se extrajo el exceso de líquido de la cavidad torácica.

La situación se vuelve crítica

Pero la hemorragia persistió y Diana estaba recibiendo transfusiones de sangre O-negativa en la sala de emergencias, ya que aún no se había establecido su grupo sanguíneo. Alrededor de las 2:15 de la mañana sufrió otro paro cardíaco. La situación se había vuelto más crítica. Se necesitaba una intervención más extrema.

Mientras se sometía a un masaje cardíaco externo, Bruno Riou le pidió a Dahman que le realizara un procedimiento quirúrgico. Debía hacerlo mientras Diana todavía estaba acostada en la camilla en la sala de emergencias.

Esta circunstancia fue "verdaderamente excepcional" y una indicación de cómo de grave se había vuelto su situación. "Hice este procedimiento para permitirle respirar", explica Dahman. "Su corazón no podía funcionar correctamente porque le faltaba sangre", explica.

Como resultado de esta intervención, Dahman descubrió que Diana había sufrido un desgarro significativo en su pericardio, que protege el corazón. El pronóstico empeoró. Eran las 2:30 am. Se necesitaba un milagro. Dahman y Riou fueron acompañados en la sala de emergencias por el profesor Alain Pavie, quizás el mejor cirujano cardíaco de Francia. Lo habían sacado de su cama en casa. Si alguien podía salvarla, era él.

Pavie decidió que Diana debía ser trasladada a uno de los quirófanos del hospital. Sospechaba que aún no se había encontrado la fuente principal de su hemorragia interna. Fue necesaria una exploración quirúrgica adicional.

Fue este procedimiento el que descubrió la herida más grave: un desgarro en la vena pulmonar superior izquierda de Diana en el punto de contacto con el corazón. Pavie suturó la lesión.

Se repararon los daños físicos más importantes. Pero fue en vano. El corazón de Diana, que se había detenido antes de la exploración quirúrgica, no se reiniciaba. Estaban perdiendo la batalla para salvarla.

"Probamos descargas eléctricas, varias veces y, como había hecho en la sala de emergencias, masaje cardíaco", dice Dahman. "El profesor Riou le había administrado adrenalina. Pero no pudimos hacer que su corazón volviera a latir". El equipo continuó estos esfuerzos de reanimación durante una hora completa y, en última instancia, infructuosa.

"Luchamos duro, lo intentamos mucho, realmente muchísimo. Francamente, cuando estás trabajando en esas condiciones, no notas el paso del tiempo", dice Dahman. "Lo único importante es que hagamos todo lo posible por esta joven", añade.

"Habíamos traído gente a Pitié-Salpêtrière que estaba en muy mal estado, más grave que Diana cuando llegó. Es uno de los mejores centros de Francia para este tipo de emergencias traumáticas. Y salvamos a algunas de esas personas, lo que nos hacía especialmente felices y orgullosos. Pero eso no sucedió aquí. No pudimos salvarla. Y eso nos afectó mucho", recuerda.

A las 4 de la mañana, el equipo, dirigido por Pavie, aceptó que no se podía hacer más para revivir a su paciente. Fue una "decisión colegiada'", recuerda Dahman. Cesaron todos los esfuerzos de reanimación. La extraordinaria vida de Diana, princesa de Gales, había llegado a su fin.

Después de su muerte

Dahman no pudo encontrar consuelo aquella fatal noche de agosto. Al salir del quirófano estaba "exhausto" y abatido. "Siempre es una gran decepción ver a alguien joven dejarnos", dice.

"También sufres un gran cansancio físico por la energía que has gastado tratando de salvarla. Y así estábamos particularmente destrozados y cansados. Al final, estábamos reventados", recuerda.

Llamó a su jefe de departamento para contarle lo que había sucedido y para prepararlo para el caos que probablemente sucedería como resultado, y luego regresó a la habitación de guardia.

Estaba demasiado cansado y deprimido para prestar atención a los dignatarios franceses, incluido el presidente Jacques Chirac, que comenzaron a llegar al hospital temprano esa mañana para presentar sus respetos a Diana.

Prensa infiltrada y los zuecos manchado de sangre

En los días siguientes fue testigo de una secuela desagradable y vergonzosa. Algunos medios de comunicación intentaron infiltrarse en las salas y pasillos para acercarse a quienes habían estado tratando a Diana.

"Pitié-Salpêtrière es un hospital público", dice. "La princesa fue atendida en un edificio donde había otros pacientes del hospital. Vimos gente disfrazándose de personal médico, empujando carritos, tratando de obtener información. Había mucha presión sobre nuestra seguridad", recuerda.

Un incidente, del que nunca había hablado antes, se quedó grabado en su mente. "Cuando estaba tratando a Diana, usaba mis zuecos blancos. Y obviamente en esa situación no le prestas atención a nada más que a tratar de salvar al paciente. Fue solo a la mañana siguiente cuando noté que mis zuecos estaban manchados con su sangre", rememora el doctor.

"De todos modos, el hospital es muy grande y estaba caminando entre edificios, cuando un francés se me acercó y me dijo: 'Ah, tus zuecos, me interesan. Quiero comprártelos. Hay sangre azul en ellos". Horrorizado, Dahman se negó y lo antes posible limpió los zuecos que había usado esa noche.

"Cuando es una princesa y sigues su funeral junto con miles de millones de otras personas, y has tratado de salvarla, eso obviamente te marca. Te marca toda tu vida. Porque es tan terrible que esta hermosa persona haya tenido un final tan trágico", dice.

Su propia participación en la tragedia lo martiriza. "Varía según lo que está sucediendo en mi vida", dice. "Cuando llegamos a agosto, lo pienso. Fue el año en que nació mi hijo y, por supuesto, cada aniversario de eso lo pienso".

“No vuelvo a eso todo el tiempo porque han pasado muchos años. Pero cada vez que ha salido un nuevo libro sobre la muerte de Diana en Francia, me lo han enviado. Así que, lamentablemente, tengo una colección de esos libros", concluye el doctor.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento