Ayuso se enfrenta al reto de contentar a su "España viva" sin defraudarles

Isabel Díaz Ayuso defiende su candidatura durante la primera sesión del pleno de su investidura en la Asamblea de Madrid.
Isabel Díaz Ayuso defiende su candidatura durante la primera sesión del pleno de su investidura en la Asamblea de Madrid.
EP
Isabel Díaz Ayuso defiende su candidatura durante la primera sesión del pleno de su investidura en la Asamblea de Madrid.

Díaz Ayuso volvió a hacer este jueves desde la tribuna de la Asamblea lo mismo que tantos réditos le reportó desde las calles de la Comunidad durante la campaña electoral. Primero, marcó la diferencia con el Gobierno de Sánchez: "La Comunidad de Madrid se ha convertido en el primer muro donde se estrellan las políticas socialistas del Gobierno central". A continuación, se dirigió directamente a los ciudadanos para hablarles en su idioma y acerca de sus problemas reales: «La histórica subida de la luz y de los impuestos de manera confiscatoria se convierte en una condena para todos los españoles». Y, por último, les ofreció sus soluciones «claras y eficaces», en contraposición con las recetas «socialistas que crean enfrentamiento».

Por si a esas alturas alguien tenía dudas de su mensaje, la candidata lo quiso dejar más claro: "Necesitamos una España viva y optimista frente a un país aturdido porque el Gobierno central no tiene rumbo, o no traza más caminos que los que le dictan desde la ultraizquierda, los separatistas y los herederos de ETA".

Ahí llegó el momento más duro de su intervención. Y ahí, también, echó el freno al tono crispado para dedicar la siguiente hora y media a hablarle directamente a lo que ella bautizó como "la España viva y optimista", a ese "Madrid que es una España dentro de otra". Sea eso lo que sea.

A esos ´madrileños que son españoles dentro de otra España’ les ofreció una catarata de medidas acompañadas de una lluvia de millones: para las madres jóvenes, una ayuda mensual que podrán percibir hasta sus bebés cumplan dos años, para los estudiantes universitarios, una reducción de las tasas en sus matrículas de grado; para los jóvenes que no pueden independizarse, un aumento en la ayuda alquiler; para los vecinos de nuevos barrios de la región, la construcción de nuevas estaciones de metro; para los hosteleros, una ampliación de los horarios para sus terrazas;... incluso, para los turistas, un bono con descuentos para visitar atracciones de la región.

Todas sus medidas iban dirigidas a los sectores que, según su visión, han estado olvidados por las políticas de Sánchez. Toda esa catarata tenía como destinatarios a los ciudadanos que tienen sus problemas reales. "Somos conscientes de que nos han concedido miles de votos prestados de un lado y otro del espectro ideológico", reconoció. Unos ciudadanos a los que ahora Ayuso tiene que tratar de contentar.

En cualquier caso, la incógnita ahora es –como se encargaron de recordarle las portavoces de la oposición– de dónde sacará todo ese dinero para su "España viva". Porque tanta ayuda tiene un riesgo. Y la candidata lo sabe. "Nuestro deber ahora es no defraudarles", se dijo a sí misma.

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