Después de muchos años sin poder acercarse hasta allí, Teo Tarrià, octogenaria, bordeó hace unos días el río Llobregat y cuenta que se lo pasó en grande y, acostumbrada a verlo sucio, se quedó sorprendida de lo "limpio" que estaba. Rosa Devesa, que ya ha cumplido los 86 y camina con taca taca desde que hace dos años se rompió la cadera, estuvo por el litoral barcelonés y disfrutó de ver el paseo marítimo, el hotel vela o el hospital del mar. Ambas pudieron hacer estos recorridos a través del programa En Bici Sin Edad, mediante el cual voluntarios jóvenes llevan en triciclo eléctrico a personas mayores o con movilidad reducida. En 2020 pasearon a 364 en Barcelona.

"Al próximo viaje vuelvo a ir. Que me avisen. Está muy bien para las personas mayores, que no estamos para trotes", dice Teo, mientras que Rosa apunta que "es la manera de poder salir", porque un taxi es demasiado caro.

Desde el equipo técnico de En Bici Sin Edad, Guadalupe Fernández explica que la asociación pretende promover el envejecimiento activo y crear nuevas relaciones intergeneracionales contra la soledad no deseada. La iniciativa nació en Copenhaguen bajo la organización Cycling Without Age. En 2016 se estableció en Barcelona de la mano de María Elisa Ojeda, una "arquitecta especialista en movilidad" que "se enamoró de la idea en Dinamarca" y propuso una prueba piloto al Ayuntamiento, que subvenciona en parte a la organización. Ojeda es ahora la coordinadora general de la entidad en la Cataluña.

HUGO FERNÁNDEZ

En Barcelona, explica Fernández, cuentan con cinco triciclos, que ofrecen a usuarios de residencias, pisos tutelados y otros centros de personas mayores. "Tenemos los vehículos 15 días o un mes en cada barrio y hacemos paseos de dos horas de lunes a sábado, uno por la mañana y otro por la tarde", dice.

Ella también fue voluntaria y afirma que la experiencia, además de darle la posibilidad de ayudar a personas mayores, le permitió "conocer a gente que no hubiera podido conocer de otras maneras". Señala, además, que como no es de Barcelona, pudo "descubrir la ciudad con ojos de personas de aquí".

"Salen, vuelven a sitios en los que no han estado hace tiempo, cuentan historias y alguien les escucha", explica Fernández. Recuerda también a algunos de los usuarios que le han dejado más huella, como Gloria, "una señora bajita y fanática del Barça" que cuando la llevaban a tomar un café y veía el fútbol por televisión "se transformaba en una persona de 1,80 al festejar los goles". U otra mujer mayor que flirteaba y se ponía "recontenta" con el voluntario que la llevaba en triciclo. "Le decía que era guapísimo y que hacía mucho tiempo que no salía con nadie", asegura.

Para ser voluntario, no es necesario dominar la bicicleta. Solo ser mayor de edad y recibir una formación gratuita teórica y práctica. En 2020 había 70 voluntarios en Barcelona, según la memoria anual de la entidad, que realizaron 325 paseos. Tenían una media de edad de 39 años.

En Cataluña, En Bici Sin Edad también está presente en Sant Just Desvern, Terrassa, Granollers, Cardedeu y Castelldefels. El año pasado, cuando solo lo estaba en los dos primeros municipios y en la capital catalana, ofreció 467 paseos de unas dos horas en triciclo en estas tres poblaciones, gracias a 104 voluntarios que llevaron a 590 personas mayores. A pesar de los cuatro meses de parón por la pandemia, recorrieron más de 3.000 kilómetros. La entidad ingresó 38.733 euros, un 57% procedentes de subvenciones públicas; un 39,5%, de recursos propios; y un 3,5% de donaciones y cuotas de personas asociadas.