Termina el juicio de Godella: el fiscal pide 50 años de prisión para el padre... e internamiento psiquiátrico a la madre

Los padres, con los niños asesinados en Godella.
Los padres, con los niños asesinados en Godella.
AGENCIA ATLAS
Los padres, con los niños asesinados en Godella.

La Fiscalía ha elevado como definitivas la petición de penas de 50 años para el padre e internamiento médico para la madre por el asesinato de sus dos hijos Amiel, de tres años y medio e Ixchel, de sólo seis meses, en un ritual practicado en una casa de campo en Godella (Valencia) en marzo del 2019.

El ministerio Público solicita estas penas de cárcel en concreto por apreciar la eximente completa de anomalía psíquica en el caso de María, la madre de los niños asesinados, y acusa a Gabriel, el padre, por dos delitos de asesinato con circunstancia agravante de parentesco.

Además, en materia de responsabilidad civil, la Fiscalía solicita el pago de una indemnización para los abuelos paternos y maternos de 300.000 euros por los daños morales ocasionados.

La pareja de acusados compartían creencias místicas-religiosas y afirman creer que una secta perseguía, asediaba y abusaba sexualmente de sus hijos, además de que tenían la intención de secuestrarlos, según el relato del ministerio público.

Por su parte, los abogados de los presuntos asesinos han solicitado la absolución para sus representados al no considerarles responsables de las muertes a golpes de los niños. El padre culpa a su mujer y ella alega un brote psicótico y sólo admite que los enterró.

La madre de los niños asesinados padece de esquizofrenia paranoide y sufrió un brote psicótico agudo la noche en la que fueron asesinados sus hijos debido, entre otros factores, al consumo de hachís, según han comunicado los forenses del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de la Generalitat.

La acusada explicó que Gabriel practicaba rituales satánicos y maltrataba tanto a ella como a sus hijos, afirmando incluso que llegó "a pensar que me hablaba telepáticamente".

No obstante, los médicos han dejado constancia de que el padre de las víctimas sí está en perfecto dominio de sus facultades mentales, aunque tiene rasgos narcisistas o ideas de superioridad que pueden generar "dudas terapéuticas".

Sin embargo, los forenses han determinado que Gabriel puede ofrecer un testimonio "tanto verdadero como falso" de los hechos y han descartado que el presunto asesino sufra ni alucinaciones ni ideas delirantes.

El crimen se cometió entre las 22 horas del 13 se marzo de 2019 y las 4 horas del día siguiente, cuando la pareja bañó a sus hijos en la piscina de su casa para purificarlos y, posteriormente, les propinaron fuertes golpes en la cabeza con un objeto contundente o contra el suelo.

Los niños sufrieron traumatismos craneoencefálicos, con múltiples fracturas craneales y lesiones encefálicas que desembocaron en la muerte. Tras ello, la mujer acusada enterró a los niños en diferentes localizaciones de la parcela donde se encuentra la vivienda.

Dicha vivienda estaba ubicada en una parcela rodeada de terrenos de cultivo y disponía de un pequeño jardín, además de la piscina. En ese preciso jardín es donde María, la madre de los niños, admitió enterrarlos.

María ha declarado que había matado a sus hijos a petición de Dios. No en vano, los médicos han solicitado que esas declaraciones no se tomen por ciertas al haberlas declarado en estado de confusión.

La presunta asesina ha relatado que en la noche del asesinato encontró a los niños muertos, pensó que fue la secta y los enterró. Despertó a Gabriel y, tras contarle lo sucedido, se desató una fuerte discusión en la que intentó matarle pero consiguió escapar.

Por su parte, Gabriel ha sostenido en todas sus entrevistas que acostó a los niños aquella noche antes de irse a la cama, negando la versión de los hechos que aportó María.

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