Macarena Ramírez se coronó como la ganadora de la primera edición de The Dancer este lunes en La 1. Sin embargo, el programa no se limitó a una sucesión de actuaciones y, desde el principio, funcionó también como un altavoz con respecto a cuestiones sociales.

Algunas de ellas han sido la lucha contra la transfobia, el machismo en el baile, la visibilización de la gordofobia... y en la final del concurso se han aglutinado los tres capitanes, Lola Índigo, Rafa Méndez y Miguel Ángel Muñoz, con un motivo muy claro: defender que la cultura es segura y apoyar la reactivación del sector. 

Y es que, tanto el ocio como los espectáculos son dos de los aspectos más dañados por la COVID-19 con la cancelación de festivales y conciertos bajo la premisa de evitar aglomeraciones y sus consecuentes focos de contagio. Además, muchos han denunciado durante este año la falta de respuestas y ayudas por parte de las instituciones a la cultura.

En ese contexto, los capitanes del concurso dieron un paso adelante. Y lo hicieron con una coreografía firmada por Rafa Méndez. Recogieron así una queja que ya verbalizó Mimi Doblas en uno de los primeros programas: "las escuelas de baile deben volver a abrir, son lugares seguros".

Para la ocasión, finalistas y capitanes se vistieron de negro en un número caracterizado por la pasión y la fuerza. La actuación fue muy aplaudida en redes, donde consideraron más que reseñable que se lanzara un mensaje así desde la televisión pública y durante el prime time.

"La cultura ha perdido 42.000 puestos de trabajo durante la pandemia. Ha sido la mayor destrucción de empleo desde que hay datos. Teatros, cines, tablaos, escuelas de baile… han estado cerradas durante meses. El mundo de la danza lleva más de un año aguantando la respiración. No permitamos que se queden sin aire", dijo Miguel Ángel Muñoz.