La ciencia ha permitido que la muerte de una persona sea la salvación de otra. Así son los transplantes. Pero ahora los médicos están alarmados por un hecho: cada vez hay más vascos que se niegan a donar los órganos de sus familiares. Cada año, en Euskadi se realizan unos 200 transplantes. En 2006 la tasa de negativas a estas donaciones era del 4%. Pero en 2007 subió hasta el 14% y el pasado año se mantuvo en el 13,2%.

Estos no suponen de facto que un enfermo no obtiene el órgano que necesita para salvar su vida. Actualmente, hay unos 250 ciudadanos en Euskadi que requieren un transplante para sobrevivir. Por eso, las asociaciones vascas de donantes emprenden hoy, Día Internacional del Donante, una campaña para vencer estas reservas.

«Muchas familias por motivos religiosos o por el shock que les provoca la pérdida de un ser querido declinan donar los órganos del familiar», lamenta Arantza López, presidenta de todas las asociaciones de donantes de Vizcaya. «Nuestro objetivo es que las negativas sean cero».

Cuando un paciente muere por accidente o enfermedad, existe la posibilidad de que un médico tome sus órganos sanos y se los inserte a otro paciente. Para ello, hace falta que la familia diga que sí.

Pero hay otra manera. Todo ciudadano puede sacarse el carné de donante. Es un certificado oficial para que en caso de muerte, los médicos sepan que la persona en cuestión dio permiso para dar sus órganos. Hay 49.000 vascos con este carné. Hasta el viernes, las asociaciones de donantes saldrán con mesas informativas a diversas localidades vascas (Bilbao, Barakaldo, Getxo...) para expedir el carné.

Euskadi es una de las regiones del mundo con mayor índice de donaciones. «Una vida está en tus manos», dice el eslogan. Más inf: Egute:94 656 92 13 ó 610 717 709.

Karmele Cebrera. 51 años. Barakaldesa.

«Gracias a ella estoy viva»

Mi madre y mi abuela murieron jóvenes por la enfermedad que yo sufro: poliquistosis renal. Comencé a sufrirla con 18 años. En 2000 me transplantaron un riñón, tras 18 meses de diálisis. Pude leer a hurtadillas la información de mi donante. Eso nunca te lo dicen. Era una portugaluja de 51 años. Gracias a ella estoy viva».

CONSULTA AQUÍ MÁS NOTICIAS DE BILBAO