Alfonso y Soraya llevan nueve años viviendo junto con sus cuatro hijos en una caravana cerca de un descampado en pleno barrio de Canillejas, en Madrid, a la espera de que el IVIMA les de un techo donde vivir. Han estado toda su vida así, pero con Abraham, un niño de cuatro años con síndrome de Down que le confiere un grado de minusvalía del 78%, la situación es cada día más urgente.
En la actualidad,
Aunque ahora está más estable, Soraya recuerda que "estuvo muy mal porque según los médicos le faltaba una semana de vida y tuvo una operación a todo riesgo". De hecho, estuvo ingresado muchas veces por continuos catarros y por las infecciones de vivir casi a la intemperie, explica su madre señalando el barreño donde le lavan, mientras el niño juguetea detrás suya.
Dicen que llevan nueve años pidiendo vivienda, aunque apuntan que el Instituto de la Vivienda de Madrid (IVIMA) sólo ha tenido en cuenta su solicitud cuando nació Abraham, en 2005. Según recuerdan, a través de la asistenta social que les atiende su petición, conocieron que en las navidades pasadas ya podrían tener un techo bajo el que vivir.
"No quiero un palacio, sólo un techo"
De hecho, les preguntaron si tenían alguna preferencia sobre la ubicación de su futura casa. "Quiero un techo donde sea con cuatro paredes donde poder proteger a mis hijos, no quiero cuatro dormitorios como dice el IVIMA, a mi con que me den uno de dos habitaciones eso es un palacio ya", insiste Soraya.
Respecto a la posibilidad de que les den un piso con menos habitaciones, desde el IVIMA replican que no sería justo para aquellas familias que estén esperando este tipo de vivienda. Además, argumentan que no hay pisos sin ocupar actualmente en los que alojar a la familia de manera provisional, sino inmuebles que "circunstancialmente están vacíos para prepararlos para que vuelvan a estar en circulación".
Mientras tanto, la familia de Abraham sigue esperando un piso que no saben cuánto se puede demorar, ya que el propio IVIMA se niega a hacer una estimación. Un techo provisorio sería ideal, ya que sus otros tres hijos también tienen problemas de adaptación en el colegio, donde tienen que aguantar calificativos como "piojosos o caravaneros", se queja una de las hijas menores del matrimonio.
El padre de familia, Alberto, se lamenta porque siempre ha vivido "errante", tal y como le enseñaron sus padres y abuelos, pero él quiere algo diferente para sus cuatro hijos y en especial para Abraham. "Un techo sería la oportunidad para dejar de vivir así", concluye.
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