UPCT y Scrats consiguen reducir un 30% el agua de riego y evitar el excedente de nutrientes del suelo

Investigadores de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) han implantado un sistema de sensores que permite medir administrar el agua exacta que precisa cada cultivo, pudiendo disminuir un 30% el agua de riego y reduciendo del suelo el excedente de nutrientes aportado por el riego, evitando el consiguiente riesgo de que lleguen por escorrentía a ecosistemas como el del Mar Menor.

La investigación se remonta a hace un año, cuando la UPCT y el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura (Scrats) firmaron un convenio para optimizar la fertirrigación de los cultivos de melón y limonero en fincas comerciales ubicadas en el Campo de Cartagena y, más concretamente, en el entorno del Mar Menor.

Así lo ha hecho saber el catedrático de universidad del departamento de Producción Vegetal de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la UPCT, Alejandro Pérez Pastor, quien ha destacado que los resultados del primer año de investigación con el melón fueron "espectaculares"

"Lo que hicimos fue instalar sensores que miden el contenido de agua en el suelo a diferentes profundidades, desde 0 hasta 90 centímetros", explica. En concreto, los investigadores instalaron sondas que disponían de sensores integrados cada 10 centímetros de profundidad a una misma distancia del emisor (gotero). Con esta red de sensorización, pudieron averiguar la profundidad a la que llegaba el riego en una finca comercial.

Ha explicado que el riego aporta agua y nutrientes al cultivo. "Si no controlas el tipo de riego, la capacidad del suelo se excede y está percolando, es decir, se está aportando agua y nutrientes a una profundidad en la que no hay raíces", según Pérez Pastor. De hecho, explica que no suele haber raíces absorbentes a una profundidad superior a los 30/40 centímetros, ni en un cultivo hortícola ni en uno leñoso.

Ha precisado que la franja de humedad en la que se mueve el riego por goteo va de los 0 a los 40 centímetros, por lo que con este sistema de sensores se puede controlar la fertirrigación y aportar el agua y nutriente localizados justo donde está el sistema radicular (las raíces).

Así pues, los investigadores de la UPCT han ensayado en los cultivos de melón y limonero aportando fertirrigación solo humectando en los primeros 30 centímetros de profundidad, es decir, donde está el grueso de las raíces más activas y que más agua absorben. "El resto, son raíces más de estructura, no de absorción", aclara.

RIEGO DEFICITARIO

Los científicos de la UPCT probaron este sistema durante todo el ciclo del melón. Incluso, aplicaron un cierto déficit hídrico, es decir, regaron por debajo de la necesidad hídrica del cultivo en las primeras fases del desarrollo del fruto.

En concreto, aplicaron un cierto déficit permitiendo un agotamiento con respecto a la capacidad máxima que tiene el suelo de acoger agua (denominada capacidad de campo). Por ejemplo, si esa capacidad de campo era del 40% de humedad, los investigadores regaban menos tiempo para situar la humedad en torno al 32%.

"Es decir, ampliábamos el intervalo de tiempo entre riegos para que el cultivo agotara más el agua aportada", según Pérez Pastor. En definitiva, se trataba de "intentar hacer trabajar más al cultivo", según este científico, quien explica que "tampoco es bueno que las raíces tengan tanta humedad, porque también necesitan oxigenación".

Las raíces no estaban acostumbradas a tener que trabajar para buscar el agua, según Pérez Pastor, quien señala que la estrategia de agotar hasta un 20-40% el agua del suelo. Durante los 3 meses restantes de cultivo (desde abril a junio) se aplicaba la estrategia de humectar solo los 30 primeros centímetros de profundidad y mantener un nivel de humedad adecuado.

RESULTADOS "ESPECTACULARES" DE LA ESTRATEGIA DE RIEGO

Con esta estrategia de sensorización, los investigadores consiguieron reducir el riego desde los 3.500 metros cúbicos de agua por hectárea que recomienda la FAO a unos 2.200 metros cúbicos. Es decir, utilizaron unos 1.300 metros cúbicos menos de lo recomendado, un 38% menos.

Pero las ventajas no se limitaron al ahorro del agua. "Como también disminuye el tiempo de riego y hubo riegos que no aplicamos gracias al agotamiento del agua en el suelo, también obtuvimos una menor aplicación de nutrientes al terreno", según Pérez Pastor.

En concreto, esta estrategia redujo en torno a un 43% la aplicación de nitrógeno en forma nítrica; disminuyó un 42% el fósforo; y un 22% el potasio. "Los resultados son espectaculares porque aplicamos menos agua pero también menos nutrientes en el suelo", ha celebrado.

Para ello, se aplicó el agua y los nutrientes justo en las raíces, que la planta absorbió rápidamente y desaparecieron del suelo. De esta forma, se evitó convertir el terreno en un reservorio de nutrientes, con el consiguiente riesgo de que sean arrastrados al Mar Menor por la escorrentía de las lluvias.

Además del ahorro del agua, los melones tuvieron mayor contenido en vitamina C. "Es decir, estamos convirtiendo una gota de agua en frutos más saludables todavía", según Pérez Pastor.

Los investigadores están repitiendo este estudio en otra finca este año, y los resultados apuntan en la misma dirección. Asimismo, el sistema de sensorización también se está aplicando en una finca comercial de limoneros muy cercana al Mar Menor, minimizando el agua aportada al cultivo.

En el caso del limonero, existe una segunda fase de crecimiento exponencial del fruto del cítrico, en la que se puede reducir en gran medida el agua aportada hasta llegar a cubrir los primeros 2/3 de crecimiento, justo hasta la ralentización del crecimiento del tronco, sin afectar al tamaño y la calidad del fruto. Todo ello, coincidiendo con los meses de elevada demanda climática, y consiguiendo una elevada cantidad de agua ahorrada.

A este respecto, Pérez Pastor ha precisado que este tipo de sistema se podría hacer extensivo a cualquier tipo de cultivo. Tan solo se tiene que adaptar. "Hace falta agua de buena calidad, del trasvase Tajo-Segura, porque si usamos solo aguas salinas habría que aplicar un proceso de lixiviación para no acumular sales en el bulbo húmedo del suelo, por lo que ya estaríamos percolando". Por eso, ha defendido la importancia del agua del trasvase.

SISTEMA DE SENSORES

Los sensores, que permiten averiguar el nivel de humedad que tiene el suelo, están distribuidos por distintas explotaciones agrícolas y los investigadores reciben sus datos en una plataforma digital. Con esa información, se puede planificar el riego.

Con este sistema, el agua de riego se aplica directamente al suelo, que a su vez se lo da a la planta. "Si excedemos la capacidad que tiene el suelo de almacenar agua, obviamente no se la va a poder dar luego al cultivo", según Pérez Pastor. Esto supone un problema porque el agua contiene nutrientes.

Pérez Pastor insta a cambiar el concepto, porque ya no hay un regadío intensivo, sino que se trata casi de un "secano intensivo". "Parece que los agricultores están todo el día con el grifo abierto, gastando un agua que no tenemos y está carísima, y eso no es cierto", según este investigador, quien señala que los agricultores son los primeros interesados en gastar la menor agua y energía posible.

La culpa de la situación del Mar Menor, a su juicio, la tienen "quienes tienen que evitar que esas escorrentías vayan a la laguna salada, con un sistema de alcantarillado eficiente y encauzando las avenidas" y, desde luego, "no la agricultura que hoy día tenemos, y que defendemos".

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