Atrapados en el ERTE: "Tu estado de ánimo va cambiando a peor"

Luis Padilla y Francisco Bustamante, empresarios, y Marta Jaramillo, trabajadora en ERTE
Luis Padilla y Francisco Bustamante, empresarios, y Marta Jaramillo, trabajadora en ERTE
Eva Máñez / Fernando Ruso / Jorge París
Luis Padilla y Francisco Bustamante, empresarios, y Marta Jaramillo, trabajadora en ERTE

Cuando Luis Padilla adquirió el Radio City en 1997, este local de ocio nocturno ubicado en el centro de Valencia ya llevaba casi dos décadas siendo "punto de encuentro de artistas y librepensadores", según describe él mismo.

"El ocio nocturno, además de copas y música, tiene que ofrecer otra cosa que no sea hacer el burro, que también mola a veces", explica Padilla, de 55 años, desde su local, donde, hasta el inicio de la pandemia, se acogían conciertos, exposiciones, festivales de cortos, café teatro y presentaciones de libros.

Tras haber tenido hasta cinco empresas relacionadas con la cultura y el ocio, Padilla, de 55 años, mantenía ya solo Radio City. "Ya estaba intentando simplificarme la vida, vivir tranquilo pasados los 50, pero qué poco me ha durado", se lamenta.

Luis Padilla

Luis Padilla, propietario del club de ocio nocturno de Valencia Radio City, con todos su trabajadores en ERTE.
Propietario de un club de ocio nocturno con todos su trabajadores en ERTE.
Eva Máñez
"Mis trabajadores están desesperados"

En marzo de 2020, todo el ocio nocturno del país echó el cierre por un tiempo indefinido. Padilla aplicó a los 12 trabajadores en plantilla de Radio City un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).

Esta fórmula, por la cual el Estado se hace cargo de los salarios de los trabajadores de las empresas que lo soliciten, que también quedaban, hasta ahora, exoneradas del pago de cotizaciones a la seguridad social, llegó a beneficiar a 3,4 millones de personas en lo más duro de la pandemia. 14 meses después, 570.000 trabajadores siguen aún en ERTE, entre ellos, todos los de Radio City.

"Mis trabajadores están desesperados. Casi todos han perdido los pisos de alquiler en los que vivían", declara Padilla, que descarta reabrir y sacar a sus trabajadores del ERTE hasta que se cumpla "alguno de los dos factores que dan sentido a esta actividad: o que se pueda bailar dentro o que nos den un horario que distinga del resto de cafeterías".

Marta Jaramillo

Marta Jaramillo, trabajadora de una cadena hotelera, en ERTE desde abril de 2020.
Trabajadora de una cadena hotelera, en ERTE desde abril de 2020.
Jorge Paris
"Tu estado de ánimo va cambiando a peor"

Una de ese más de medio millón de trabajadores que siguen atrapados en un ERTE es Marta Jaramillo, de 27 años. Cada día, se despierta y afronta una nueva mañana sola en su casa desde que su novio se reincorporó al trabajo presencial tras el confinamiento. “Hay días que son insostenibles”, admite esta madrileña que trabajaba, desde 2019, en la central de reservas de una gran cadena hotelera hasta que entró en ERTE el 15 de abril del año pasado.

"Al principio, genial, porque ves que todo el mundo está igual que tú, pero, cuando empiezas a ver que la gente se va incorporando a sus trabajos, todo el mundo trabaja menos tú, eso te va costando asimilarlo", declara Jaramillo. "Tu estado de ánimo va cambiando y va cambiando a peor. No te sientes válida, estás anímicamente baja".

Para trabajadoras como ella, una situación que se preveía temporal se ha vuelto crónica y sin un horizonte claro de retorno a la normalidad. No están desempleados, pero han visto sus proyectos vitales interrumpidos indefinidamente.

"Doy gracias a que me metiesen en el ERTE y me estén pagando con regularidad y que no me hubiesen despedido", declara, pero admite tener una "contradicción de sentimientos". "No quiero estar en ERTE, pero quiero estar en ERTE, porque, fuera, el mercado laboral es tremendo… al menos cobro todos los meses y luego ya se verá".

Francisco Bustamante

Francisco Bustamante, propietario de una empresa de equipamiento de medios audiovisuales para eventos que sigue sin actividad.
Propietario de una empresa de equipamiento para eventos, sigue sin actividad.
Fernando Ruso
"Si esto dura mucho, va a ser una hecatombe"

A pesar del lento despertar económico que está permitiendo el proceso de vacunación contra la Covid-19, la opción de sacar a los trabajadores del ERTE sigue siendo inviable en sectores como el de la pyme de Francisco Bustamante, un empresario andaluz de 61 años.

Desde el día en el que envió al ERTE a los casi 30 trabajadores que mantuvo en plantilla en su empresa, Bustamante acude cada mañana a su oficina de Sevilla, donde pasa el día solo. Su compañía de equipamiento de medios audiovisuales y escenografía para eventos, TCM Audiovision, vio cómo su trabajo se esfumaba desde febrero de 2020 sin que haya dado muestras de recuperación.

"El 2019 ya fue un año muy bueno y el 2020 se presentaba como un año buenísimo", declara Bustamante, que es propietario de la empresa desde finales de los 80. "Ahora tenemos a todos los trabajadores en ERTE porque el parón fue en seco y todas las actividades congresuales están suspendidas".

Tras el acuerdo entre Gobierno, patronal y sindicatos alcanzado, una vez más, in extremis el pasado jueves, la financiación estatal de los ERTE debidos a la pandemia se ha ampliado hasta septiembre.

Sin embargo, el Gobierno ha querido fomentar que las empresas vayan devolviendo a sus plantillas al trabajo reduciendo las exoneraciones de las cuotas a la Seguridad Social de sus trabajadores de las que gozaban, salvo que empiecen a sacar a sus empleados del ERTE.

"Me parece una burrada, no tienen en cuenta que, si no tenemos ingresos, ¿cómo pagamos esa no exoneración? Si esto dura mucho, va a ser una hecatombe", declara Bustamante, presidente de la patronal de empresas de su sector en Andalucía y al que el resto de asociados llama cariñosamente "jefe".

"Como soy el presidente de la asociación me he convertido en el psicólogo de muchos. Cuando están agobiados me llaman y me dicen: ‘Jefe, ¿cómo ves esto? Ya no tengo dinero para pagar la seguridad social el mes que viene’. Yo les digo: ‘Lo veo mal, pero habrá que aguantar…’".

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