Claves | ¿Hay un efecto fin del estado de alarma en los asesinatos machistas? ¿Y un efecto contagio? ¿Qué está fallando?

El Govern se personará como acusación particular en el juicio por el asesinato machista de Sa Pobla
Lugar del asesinato machista de Sa Pobla
Isaac Buj
El Govern se personará como acusación particular en el juicio por el asesinato machista de Sa Pobla
Lugar del asesinato machista de Sa Pobla.

El estado de alarma de la covid-19 decayó en España el domingo 9 de mayo. Han transcurrido 15 días desde entonces en los que se han sucedido siete crímenes machistas (seis mujeres y un menor). Tal acumulación sorprende después de que 2020 terminara como el año con menos asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas (45) desde que hay registro oficial.

Consultamos a varios expertos en violencia de género para entender las claves de lo ocurrido en una 'semana negra' por la violencia machista y les preguntamos qué está fallando en la lucha contra esta lacra social.

El contexto: ¿cuándo y dónde han ocurrido los últimos asesinatos?

Seis mujeres y un niño han sido asesinados por sus maltratadores en los últimos días. El 9 de mayo, día en el que finalizaba el estado de alarma, un hombre con orden de alejamiento asesinó a su expareja, de 60 años, en Sagunto (Valencia). El 17 de mayo, cuatro más. Un hombre mató a su mujer de 26 años y a su hijo, de solo 7, en Sa Pobla (Mallorca). Otro mató a su mujer en Corbera de Llobregat (Barcelona). Antes había trascendido un caso casi idéntico en El Creixell (Tarragona). En 72 horas, el 20 de mayo, Teresa, de 48 años, fue abatida por un disparo de su pareja en Asturias. Y este domingo, 23 de mayo, Katia, de 35 años, era asesinada por su pareja en Zaragoza.

¿Guarda relación el pico de asesinatos con el fin del estado de alarma?

Los expertos consultados creen que achacar los asesinatos al fin de estado de alarma sería un abordaje reduccionista de la realidad de la violencia de género. Sin embargo, consideran que hay factores de una situación de mayor movilidad que elevan el riesgo que sufren las víctimas de violencia machista.

El exdelegado del gobierno de violencia de género Miguel Lorente explica que el fin del estado de alarma produce en los maltratadores “la percepción de pérdida de control sobre las mujeres” y eso incrementa “el riesgo y la letalidad”. 

Lo terrible, reflexiona Lorente, es que “la pandemia ha demostrado que si las mujeres están dominadas y controladas sus parejas no las matan. El sistema de protección de las mujeres más eficaz ha sido una crisis social y económica y no una mejora de su bienestar”.

La actual delegada para la violencia de género del gobierno, Victoria Rosell, entiende que el regreso a la normalidad promueve un aumento de las separaciones y de las denuncias, momentos que son objetivamente peligrosos para las víctimas, ha explicado en la Cadena Ser.

Por su parte, Lucía Avilés, magistrada especialista en violencia de género, incide en que el confinamiento y el estado de alarma han implicado mayor dependencia económica y social de las víctimas respecto de sus agresores y apunta a que “es probable que ahora, sin estado de alarma, ellas hayan podido recuperar la red social y hayan encontrado apoyos para intentar buscar una salida”, que en los casos antes relatados se ha visto criminalmente frustrada.

Susana Camarero, de la ONG Mujeres en Igualdad, considera que, bajo la alarma, la violencia machista “ha estado contenida dentro de los hogares. Los maltratadores se sentían más fuertes, ellas no podían salir, ni dar un paso, ni dejarles, ni romper el círculo de la violencia, pero ahora en cuanto ganan apertura y piden auxilio, ellos han reaccionado. El problema es que el sistema ha fallado desde todos los puntos de vista, ahora toca ver en qué y poner remedios”.

¿Se puede hablar de un efecto "acumulación" o de un efecto "contagio"?

En la violencia de género de tanto en cuanto ocurre lo que popularmente se denomina una “semana negra”, con la acumulación de asesinatos machistas en días sucesivos. No es algo nuevo de 2021. Sin embargo, los expertos no se ponen de acuerdo sobre si existe el “efecto contagio”, esto es que un asesinato motive otros en días posteriores.

El estudio más reciente hasta la fecha, encargado al instituto de Salud Carlos III, no encontró pruebas sólidas de un efecto contagio. Analizados todos los asesinatos entre 2003 y 2017, concluyó que no hay evidencia de que “la ocurrencia de un asesinato por violencia de género en un día cualquiera conlleve un incremento del riesgo en los días consecutivos”.

Lo que sí pudo probarse es el efecto acumulación, explicado en la mayor frecuencia de asesinatos “en determinados años, meses y, muy especialmente, en determinados días de la semana”. En verano, fechas postvacacionales y los lunes hay asesinatos. Cuatro de los seis últimos crímenes ocurrieron en lunes.

Sin embargo, hay expertos como Miguel Lorente o Lucía Avilés que creen que el asunto merece un examen más pausado, porque no se deja de observar que “quien había tomado la decisión de acabar con la vida de su pareja o expareja, de alguna manera encuentra una razón en otros que lo hacen antes  y consolidan esa decisión", según apunta Avilés.

Lorente no emplea el término contagio, prefiere usar imitación. “Los humanos nos sentimos identificados con conductas de otros humanos, es algo que ocurre en general. La violencia de género sería la única conducta humana en la que no existiría la imitación. Influye y hay que tomarlo como factor de riesgo”, explica.

Otras voces ven importante resaltar “que la violencia machista lamentablemente está siempre ahí y se puede producir de continuo o más gota a gota”. Es el caso de Susana Camarero, de Mujeres en Igualdad, para quien “semanas como esta nos tienen que hacer saltar las alarmas”, sin olvidar que es una violencia “que está permanentemente produciéndose. Hay muchas víctimas sufriendo y todas son importantes”.

¿Qué falla en la protección de las víctimas de violencia machista?

El Gobierno, a través del Ministerio de Igualdad, impulsó la semana pasada un nuevo plan para estudiar cómo mejorar los protocolos contra la violencia machista, tras los últimos asesinatos. La delegada del Gobierno Victoria Rosell ha incidido este lunes en que ha llegado la hora de incrementar la vigilancia y el control sobre los agresores.

Rosell reclama que la evaluación policial del riesgo que corren las mujeres maltratadas incluya también un mayor seguimiento a los agresores.

La jueza Lucía Avilés comparte la idea de incrementar el control sobre los maltratadores. Y apunta a una herramienta infrautilizada en los juzgados como es la valoración forense de la situación de la víctima y del agresor, que solo se usa en el 1-2% de los casos de violencia de género, a pesar de que desde 2020 los magistrados la pueden solicitarla de oficio.

Miguel Lorente agrega que hay medidas de protección a las que podría recurrirse con más frecuencia, como son las pulseras de control de los agresores, de las que se colocan menos de la mitad de las disponibles, explica. "El aliento de nuestra presencia quienes tienen que sentirlo son ellos, los agresores, y no solo como enunciado, sino cambiando los protocolos y las medidas”, reclama el exdelegado para la Violencia de Género.

En este sentido, la presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del CGPJ, Ángeles Carmona, recuerda la última instrucción de la Secretaría de Estado de Seguridad que impone la necesidad de establecer vigilancias al maltratador según el riesgo que se valore por la Policía. Pero insiste en la importancia de que la mujer denuncie, "dado que vigilar los movimientos del agresor no puede adoptarse sin autorización del juez".

El pacto de estado está en vigor solo hasta septiembre, ¿y después qué?

Susana Camarero, de Mujeres en Igualdad, ve necesaria una primera prórroga del pacto de estado contra la violencia de género, porque lo que hace falta es “pisar el acelerador” en el cumplimiento de sus medidas. “El pacto es una hoja de ruta completa y, además, nace del acuerdo. No hay que inventar nada nuevo, hay que analizar qué se ha puesto en marcha e ir cumpliendo las medidas restantes”.

Considera Camarero que faltan unas tres cuartas partes de las medidas del pacto por ejecutar y pide centrar esfuerzos en la formación de los sectores que pueden ayudar en la prevención. “Sabemos lo que hay que hacer, hágase”, pide.

La jueza Lucía Avilés resalta que la violencia de género es una quiebra social que los juzgados solo certifican. Y reclama más medios para todos los ámbitos desde los que se la combate y previene el maltrato: sanidad, educación, así como una mayor formación en igualdad entre hombres y mujeres.

Miguel Lorente, por su parte, propone aprovechar el fin de la vigencia del pacto de estado contra la violencia de género para abordar uno de mayor calado que suponga el “fin del machismo” en España, para que así la violencia de género no encuentre forma de enmascararse.

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