«Estamos convencidos de que hay gente que por un determinado decreto no emplea el gallego con libertad, con voluntad, y mucha no lo lleva a la calle, por lo que habrá que tratar de que lo lleven de forma conciliadora». Así explicó ayer el conselleiro de Educación, Jesús Vázquez, los motivos que llevarán a la Xunta a derogar el actual decreto que regula el uso del gallego y el castellano en la enseñanza (aprobado por el bipartito) y diseñar uno al que, afirma, «la oposición no va a decir que no».
Porque lo que inspirará la nueva norma, según Vázquez, será el consenso no sólo político, sino también con los padres de los alumnos, que «tendrán mucho que decir». A ellos Educación les remitirá un cuestionario (aún en elaboración) sobre cómo les gustaría que fuese el modelo lingüístico que se aplique en las aulas.
Sus posturas pondrán la base de un nuevo decreto que, sin embargo, no entrará en vigor hasta el curso 2010-2011. Así pues, el que arranca el próximo mes de septiembre seguirá rigiéndose por la actual norma, que establece que al menos la mitad de las asignaturas deben impartirse en gallego.
Segregación por idioma
Y es que elaborar el nuevo decreto y cumplir los plazos legales para su aprobación conlleva meses de trabajo, que podrían alargarse si se lleva a cabo otra de las propuestas que están sobre la mesa: modificar la Lei de Normalización Lingüística. «Todas las cosas tienen su vigencia y, si es para bien, pueden cambiar», advirtió el conselleiro de Educación.
Tampoco descarta que el nuevo modelo educativo establezca la segregación de los alumnos en función del idioma de su preferencia. «Esa alternativa se puede poner sobre la mesa», afirmó.
Momento caliente
Vázquez estuvo acompañado por el secretario xeral de Política Lingüística, Anxo Lorenzo, quien subrayó que el nuevo decreto cumplirá lo establecido por la Lei de Normalización Lingüística y «se garantizará el conocimiento del gallego y del castellano», algo que, a su juicio, es posible «estableciendo un canal de participación de las familias». Lorenzo admitió que Galicia está en un «momento caliente y conflictivo sobre la lengua», situación que «tenemos que enfriar».
Sobre la manifestación a favor del actual decreto, aseguró que las críticas «siempre son bien recibidas». No la encajó tan bien Galicia Bilingüe, que la calificó de «evidente muestra de intolerancia lingüística». «La protesta mostró con absoluta nitidez la repulsión que una parte minoritaria de la sociedad gallega siente por la libertad lingüística», subrayó.
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