Muhammad Alí, llamado así en homenaje al célebre boxeador, toma asiento en la sala del juicio y confiesa cómo asesinó a la británica Cara Burke cuando ésta le amenazó con llamar a la policía si no le daba dinero.
Dejó el cuerpo de la joven de 17 años en el apartamento y se fue a una fiesta. Más tarde, volvió a coger el cuchillo y descuartizó a su víctima.
Metió el torso en una maleta y repartió la cabeza y las extremidades en otras, que la policía fue encontrando en distintos puntos de Goiania.
Tras escuchar a varios testigos, entre ellos a la actual novia del asesino, con la que tiene un bebé nacido de un bis a bis en la cárcel, el juez dicta sentencia: veintiún años de prisión, nueve menos de la pena máxima debido a los problemas mentales del condenado. Pero suficientes para que el público celebre el veredicto.
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