El difícil reto de acabar con los mensajes de odio en redes sociales: ¿Se pueden derrotar? ¿Se debe censurar contenido?

El logo de la compañía Twitter, en la Bolsa de Nueva York (EE UU).
El logo de la compañía Twitter.
JUSTIN LANE / EFE
El logo de la compañía Twitter, en la Bolsa de Nueva York (EE UU).

El pasado 11 de abril la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, anunció que abandonaba Twitter. No es el primer personaje público que decidía abandonar la red social huyendo del odio y los insultos constantes, este último año han dicho adiós a esta red social directores de cine, políticos, influencers, músicos y artistas, entre otros.

Cualquiera que tenga un perfil en alguna red social, o acceso a un foro donde se pueda escribir libremente, puede comprobar de primera mano cómo las faltas de respeto, la intolerancia y directamente el odio contra algo o alguien son la tónica habitual.

A su vez, a la discusión social en torno a cómo encarar esta problemática se le unen las confusiones terminológicas y legales alrededor de los discursos de odio: en qué punto pasan a considerarse un delito de odio y cómo abordar las censuras a opiniones que contienen faltas de respeto.

"Odiar no es delito, puede ser moralmente rechazable y socialmente repugnante, pero no es delito", explica a 20minutos Borja Adsuara, doctor en Derecho, experto en estrategia y comunicación digital y profesor de la Universidad Villanueva que, además, ha participado en la elaboración de la Carta de Derechos Digitales.

¿Qué se puede considerar delito de odio y que no?

Según especifica el Ministerio del interior, delito de odio es cualquier infracción penal, incluyendo infracciones contra las personas o las propiedades, donde la víctima, el local o el objetivo de la infracción se elija por su, real o percibida, conexión, simpatía, filiación, apoyo o pertenencia a un grupo.

Además, estos grupos deben estar basados en una característica común de sus miembros, como su raza real o perceptiva, el origen nacional o étnico, el lenguaje, el color, la religión, el sexo, la edad, la discapacidad intelectual o física, la orientación sexual u otro factor similar.

"La gente cree que decir cosas en redes sociales sale gratis"

Constantemente vemos cómo usuarios en las redes sociales responden a personas que han hecho comentarios despectivos o insultos espetándoles que se está cayendo en un delito de odio, cuando, en realidad, no es así.

"Lo único que es delito es lo que está en el artículo 510 de del código penal", dice Adsuara, que aclara que el delito de odio se refiere a un odio tal que se puede establecer una relación causa efecto entre el discurso y una invitación a la violencia, a la discriminación u hostilidad a un grupo vulnerable. Por lo tanto, un insulto o unos malos modales no se consideran, por sí mismos, un delito de odio.

Aunque no todo lo que se dice en redes está enmarcado en delitos de odio, sí que podemos encontrarnos con otro tipo de delitos. "Como tienes libertad de expresión también tienes responsabilidad en lo que digas, por lo que si te pasas siete pueblos también te pueden demandar o querellar", asegura Adsuara. "La gente cree que decir cosas en redes sociales sale gratis".

Odio en redes sociales, el caso de Twitter

Algunas redes sociales como Twitter llevan años tratando de crear herramientas para evitar la proliferación de estos mensajes de odio, generando un largo debate entre la libertad de expresión y la búsqueda de mecanismos para conseguir un lugar donde se pueda tener un debate sano.

No obstante, para Adsuara, en ocasiones el enfoque no se tiene que centrar en qué mecanismo usar para evitar el odio en redes, sino en cómo se retroalimenta ese tipo de discursos: "Todo el mundo está muy preocupado por los algoritmos de moderación de contenido, pero los que más me preocupan son los algoritmos de recomendación de contenido, lo que seleccionan para ti".

"Está estudiado que lo que más engancha son los contenidos de odio, no las buenas noticias y acaba programándose contenido que te hace indignarte"

"Se ha demostrado que te recomiendan contenido que te interesa, pero está estudiado que lo que más engancha son los contenidos de odio, no las buenas noticias y acaba programándose contenido que te hace indignarte”, dice el experto en Estrategia y Comunicación Digital. "¿Cuál es el formato que más triunfa? El del conflicto, como la televisión, que se ha Salvificado, triunfa la creación de conflicto”

El 'hater': ¿tiene un perfil especifico?

El pasado 13 de abril la Secretaria General de Instituciones Penitenciaras publicó un estudio sobre el perfil de los condenados por delitos de odio en España. Según el estudio, el retrato del delincuente de odio es el de un hombre español, soltero o sin pareja, que convive con su familia, con un nivel educativo básico, sin trabajo remunerado o con escasos ingresos.

"El delito de odio es igual a delito de ocio, porque para odiar tanto hay que estar muy ocioso"

Más allá de la persona que transforman su odio en delito, para Adsuara, el 'hater' (término anglosajón usado para denominar al odiador) es "una persona que tiene mucho tiempo libre y, por otro lado, desde el punto de vista psicológico, están los complejos personales e infelicidad, si eres una persona feliz no te dedicas a odiar a los demás".

"El delito de odio es igual a delito de ocio, porque para odiar tanto hay que estar muy ocioso", sentencia.

Qué se puede hacer para combatirlo

Frente a cómo evitar estas situaciones, Adsuara reconoce que cuando los mensajes contienen cuestiones ilegales, amenazas o delito de odios es cuando la red social debería "no solo borrarlo, sino denunciarlo".

No obstante, cuando el contenido no es ilegal, sino únicamente de mal gusto, reconoce no entender por qué hay que estar buscando mecanismos de censura, "¿si no es ilegal por qué lo borran? que algo sea o no de mal gusto debería darles igual".

"Entre que censuren lo que les dé la gana las redes sociales o que los gobiernos digan qué censurar y qué no, yo me quedo con un organismo sectorial independiente como la asociación AUTOCONTROL con la publicidad, pero para contenidos no publicitarios, con códigos y mecanismos de autorregulación en colaboración público-privada. Esto quiere decir que las redes sociales solo podrían borrar contenidos ilegales y en caso de duda habría una segunda instancia que lo revisara", propone Adsuara.

"La mejor forma de actuar ante el odio y los insultos es ignorar", sentencia Adsuara, "yo en Twitter sigo a quien quiero; si la gente sigue a alguien porque le gusta el conflicto allá ellos".

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