Juan Francisco Ferrándiz: "No hay peor injusticia que la que se sufre sin saber que lo es"

El escritor Juan Francisco Ferrándiz (Alicante, 1971) viaja a la Barcelona del siglo XII con la novela 'El juicio del agua' para ofrecer al lector, sobre una base histórica documentada, descubrir curiosidades en torno al mundo jurídico y cómo los derechos que una sociedad cree asegurados pueden perderse. "No hay peor injusticia que la que se sufre sin saber que lo es", advierte.
El escritor Juan Francisco Ferrándiz
El escritor Juan Francisco Ferrándiz
GRIJALBO
El escritor Juan Francisco Ferrándiz

Así lo asegura el autor en una entrevista concedida a Europa Press con motivo de la publicación de esta nueva obra, editada por Grijalbo. 'El juicio del agua' nace de "la chispa" provocada al intentar resolver un enigma.

"Durante la investigación para mi anterior novela 'La tierra maldita', me di cuenta de que en los siglos XI y XII la situación social en muchos lugares se deterioró. Muchos payeses perdieron la libertad, abundan las denuncias contra la nobleza por sus abusos y algo muy curioso: en los condados catalanes las sentencias casi desaparecen durante cien años. Eso cambia a finales del siglo XII ¿Por qué? Esa era la pregunta y la respuesta resultó ser algo muy poco conocido: un cambio en el modo de impartir Justicia gracias al redescubrimiento del viejo derecho romano y a los estudiantes. Fue una gesta maravillosa, una revolución, que afectó a toda Europa y trajo un primer renacimiento", relata.

Cuando resolvió el misterio y comprendió si "enorme trascendencia", a Ferrándiz le sorprendió "lo poco que sale en los libros de historia". Además, consideró que era un tema original para una novela si prescindía de las cuestiones técnicas y me centraba en la parte humana, algo en lo que su formación jurídica -ejerce como abogado en València- le ayudó.

No obstante, recalca que "el gran trabajo de esta novela no ha sido estudiar la época y sus leyes, sino darle una dimensión humana". "Los personajes son el alma de la novela, ellos condensan, en sus anhelos y circunstancias, una de las victorias más enormes e ignoradas de la humanidad, y sus efectos aún están presentes", incide.

El autor defiende que "por encima de todo, la novela histórica es novela y su pretensión no debe ir más allá", aunque en ese caso se ha "tomado la licencia de plasmar una reflexión en la nota histórica del final".

'El juicio del agua' arroja luz sobre "el enorme esfuerzo de los estudiantes del siglo XII por traer luz a la humanidad". "Su legado -continúa- es el embrión de las libertades y los Derechos Humanos, pero la clave está en que no fue un descubrimiento, sino devolver algo que la sociedad había olvidado. Si ya pasó, puede volver a ocurrir".

En este sentido, avisa: "Creemos que nuestro sistema es infalible y nuestra libertad insustituible. También lo creyeron los romanos, pero unas generaciones más tarde sus descendientes eran siervos y en un tribunal se defendían cogiendo un hierro al rojo vivo o con un juicio del agua. No hay peor injusticia que la que se sufre sin saber que lo es. Es una reflexión que los lectores están valorando mucho pues tras leer el libro se percibe la verdadera dimensión de lo que pasó".

El escritor cree que lo que más puede llamar la atención de su libro al lector actual es "la originalidad, ya que se trata de una novela medieval pero con un tema distinto". "El protagonista anhela justicia para los suyos y la vida le lleva a devolver la dignidad a los que la habían perdido. En ese periplo conocerá a mujeres que serán clave para la historia; se enfrentará a peligros, misterios y conspiraciones que lo harán crecer y madurar. Hay mucha vida en esta novela", asevera.

En cuanto al estilo, resalta que "es de capítulos cortos, con giros para mantener la tensión y viajera, pues recorre Barcelona, Jaca, Bearne, León, Bolonia, etc.". Y añade: "He puesto todas mis fuerzas en hacerla adictiva".

Sobre el momento que vive la novela histórica, el alicantino señala que si se miran las listas de los más vendidos "no es el género más demandado hoy, pero goza de buena salud y el interés no ha cesado". Además, apunta, "se ha visto reforzado con certámenes y eventos que acercan a lectores y escritores, lo cual es muy positivo".

"EXCESO DE TÍTULOS"

En cuanto a la calidad, el escritor reflexiona sobre el hecho de que "desde hace mucho tiempo hay en general un exceso de títulos y en todos los géneros aparecen obras flojas".

"A mí me ha pasado. Quizás en la novela histórica a ese problema se suma el de la extensión. Suelen ser novelas largas y sentimos el lógico miedo a invertir un dinero para luego aburrirnos. Por suerte, salen al paso las opiniones de otros lectores, las reseñas y las entrevistas; hay maneras de saber si esa novela es para mí. Yo leo de todo, pero reconozco que cuando una novela histórica es buena, cala de una manera especial y deja una huella imborrable. La ficción histórica es un género al que regresar y aconsejo a todo el mundo que le dé también una oportunidad", concluye.

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