Absuelven a dos empresarios de Toledo acusados de detención ilegal de un vecino de Íscar para cobrarse una deuda

La Audiencia de Valladolid ha absuelto a los hermanos Simón y Miguel Ángel V.R, titulares de una empresa con sede en Toledo, del delito de retener a un vecino e industrial de Íscar que tenía una deuda pendiente con ellos, cargos por los que Fiscalía había pedido para cada uno de ellos una condena de dos años y medio de cárcel.
Uno de los dos hermanos acusados, de espaldas, durante el juicio celebrado en la Audiencia de Valladolid.
Uno de los dos hermanos acusados, de espaldas, durante el juicio celebrado en la Audiencia de Valladolid.
EUROPA PRESS.
Uno de los dos hermanos acusados, de espaldas, durante el juicio celebrado en la Audiencia de Valladolid.

En su fallo, la Sección Cuarta de lo Penal de la Audiencia Provincial justifica la absolución en que "no existe prueba alguna mínimamente objetiva de que se haya producido un delito de detención ilegal porque ni los testigos directos, incluida la víctima, ni los indirectos pueden afirmar, y no lo hacen en juicio oral, que los acusados introdujeran a la víctima en el vehículo de forma forzosa y le retuvieran en el mismo contra su voluntad".

Sin embargo, el tribunal sí les considera autores de un delito leve de lesiones, al considerar probado que golpearon al vecino de Íscar, y por ello les impone a cada uno una multa de 600 euros y, en concepto de responsabilidad civil, la obligación de indemnizarle en 250 euros por los cinco días de lesión y, mayores, el pago cada uno de un cuarto de las costas del juicio, según la información del Gabinete de Prensa del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León recogida por Europa Press.

En el juicio, la fiscal del caso no solo decidió mantener la imputación contra los empresarios toledanos, a los que acusaba de un delito de detención ilegal y otro de lesiones leves, sino que también pidió al tribunal, sin éxito, que dedujera testimonio al iscariense Roberto M.M. por mentir en juicio al negar éste de plano que ambos hermanos le introdujeran en su vehículo a la fuerza en su intento de cobrarse la deuda.

Simón y Miguel Ángel V.R, titulares de una empresa en un pueblo de Toledo, reconocieron que el 11 de junio de 2019 viajaron en su vehículo hasta Íscar con el único propósito de entrevistarse con la supuesta víctima, gerente de una fábrica de maquinaria de carpintería sita en dicha localidad, para que o bien les entregara las dos máquinas que le habían encargado hacía meses o que les devolviera los 23.600 euros que le habían entregado a modo de anticipo, vía transferencia bancaria, y que suponían cerca del 40 por ciento del precio total.

Las máquinas no acababan de llegar "pese a las numerosas llamadas telefónicas, correos electrónicos y whatsapps remitidos y al ver que Roberto no paraba de dar largas" decidieron hacerle una visita en persona, explicó Simón V.R, quien subrayó que el viaje de Toledo a Íscar era para arreglar las cosas por las buenas.

Fue ya en Íscar cuando ambos hermanos se cruzaron con Roberto R.M.M. cuando éste circulaba con su coche y este último, al reconocerles, salió disparado por distintas calles de la villa para darles "esquinazo", si bien en un momento dado el perseguido detuvo su vehículo, salió corriendo y, siempre según la versión de los acusados, se tropezó y cayó al suelo.

"No sé si pensó que le íbamos a agredir, pero el caso es que intentó dar un golpe a mi hermano Miguel Ángel y ambos cayeron", declaró Simón, quien mantuvo que él se limitó a separar a los contendientes.

"NO PEGAMOS, NOS DEDICAMOS A TRABAJAR"

"¡Es cierto que hubo momentos de tensión, pero nosotros nos dedicamos a trabajar, no a pegar a nadie!", reconoció Simón V.R, quien, al igual que su hermano, relató que tras ese primer momento de intercambio de golpes la situación se tranquilizó y empezaron entonces a hablar sobre cómo arreglar la situación, trámite en el que, como así coinciden, el vecino de Íscar aceptó montar en su coche de forma voluntaria, si bien no han sabido explicar por qué se desplazaron los tres juntos hasta la provincia de Segovia.

La supuesta víctima, por su parte, reconoció tan sólo que tras cruzarse con los acusados se produjo un intercambio de golpes entre él y Miguel Ángel. "Nos empezamos a empujar y al final ambos caímos al suelo y recibí algún puñetazo en la cara", declaró Roberto M.M, quien, pese a las advertencias de la fiscal y del presidente de la sala de que estaba bajo juramento, negó de forma categórica que los dos acusados le metieran en su coche a la fuerza.

Incluso varios vecinos que en su día pusieron en alerta a la Guardia Civil tras llamar al Servicio de Emergencias 112, a cuyos efectivos relataron que habían visto a dos hombres pegar a Roberto y meterle a la fuerza en un coche, se desdijeron en el juicio de lo manifestado entonces.

En este sentido, Carmen H. recordó que vio cómo un hombre propinaba un puñetazo a Roberto y a éste salir corriendo, tropezar y caer, momento en el que "estos señores le empezaron a dar patadas", de ahí que entrara en casa para denunciar los hechos ante el 112.

"Cuando salí ya no estaban", alegó la vecina, que en el juicio no recordaba si su vecino fue introducido a la fuerza en el vehículo de los acusados. "Si entonces lo dije a la Guardia Civil y está escrito así será, pero ahora no sé si lo vi o me lo contaron", advirtió la testigo.

"EN EL COCHE CONTRA SU VOLUNTAD"

Ante las contradicciones de unos y otros, la fiscal fundamentó la acusación en el testimonio aportado por distintos guardias civiles, unos de Íscar y otros de la demarcación de Cuéllar, coincidentes todos ellos en que la supuesta víctima llegó a reconocerles que viajaba en el turismo en contra su voluntad.

El vehículo ocupado por ambos hermanos y Roberto fue interceptado en la provincia de Segovia, momento en el que los agentes se percataron de que el último de ellos presentaba la cara ensangrentada y lesiones en la cara. Además, Miguel Ángel tenía restos de sangre en la camisa y su hermano los nudillos ensangrentados.

Aunque en un primer momento Roberto alegó que las lesiones se las había ocasionado accidentalmente fruto de un caída, más tarde, tras ser llevado a una zona apartada, confesó a los agentes que la situación era muy distinta. "Nos dijo entonces que le habían pegado y que iba en el coche contra su voluntad", apuntó el agente.

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