«Entra cualquier discapacitado a una tienda y todo el mundo trata de ayudarle. Habla un tartamudo y siempre se escucha alguna risita o se ve algún gesto de burla».

Esta es la situación que deben soportar las alrededor de 150.000 personas tartamudas que hay en la Comunidad Valencia, según ha explicado Francisco Antonio Martín, presidente de la Asociación de la Tartamudez en la Comunitat Valenciana.

Esta entidad se creó en el mes de mayo del año pasado como una extensión de la Fundación Española de la Tartamudez y cuanta ya con un total de 60 asociados, la mayoría de Valencia.

El objetivo de la entidad, según Martín, es «lograr el reconocimiento y la dignificación del colectivo de tartamudos, mejorar su calidad de vida y eliminar el trato vejatorio que padecemos».

Y es que, además de las causas neuronales y psicológicas que generan la tartamudez, «el comportamiento de la sociedad también hace que se agrave el problema porque siempre hemos sido el chiste fácil. La gente desconoce el problema y no se da cuenta de lo que sufrimos».

Por este motivo, «desde la asociación vamos a pelear para que la gente sepa que la tartamudez está reconocida por el Gobierno como una discapacidad», añade Francisco.

De esta forma, «lograremos que desaparezcan los chistes y las burlas sobre nosotros, porque no creo que sabiéndolo, alguien se atreva a burlarse de un discapacitado». Y es que, según relata, «hay quien se aísla y no se atreve ni a salir a la calle por miedo a estas situaciones».

Por último, Francisco informa de que es gratis formar parte de la asociación y que ofrece también un servicio de asistencia psicológica y de logopeda: «Por desgracia no tiene cura, pero sí se puede mejorar mucho, sobre todo los niños». El teléfono de la asociación es el 619 453 026.

Niños víctimas de acoso escolar

Otro de los problemas más graves que padece el colectivo es «falta de preparación del profesorado a la hora de tratar a un niño tartamudo. El colegio es una etapa clave y en la mayoría de los casos empeoran».

Como ejemplo, Francisco explica que cuando un maestro se encuentra a un niño tartamudo «suelen decirle que esté tranquilo, que respire y que hable despacio, pero eso es un error, ya que el niño se siente evaluado por sus compañeros, como si fuera el centro de atención y eso que se ponga más nervioso y le cueste más».

Además, asegura que «sufren mucho acoso escolar. Cuando les hacen leer y se atascan, siempre se oyen risitas y luego de las clases son el centro de imitaciones en plan de mofa».

Miguel Ángel Martín. Tartamundo, 42 años: Para darse cuenta de los problemas que pueden suponer la tartamudez sólo hay que sentarse y hablar un rato con una persona que la padezca. Es el caso Miguel Ángel, miembro de la asociación. Según cuenta, «en un viaje a Barcelona nos paró por el camino la Guardia Civil y nos hizo la prueba de alcoholemia porque cuando me escucharan hablar pensaron que había bebido. Otro día casi me pego con otro tartamudo porque me preguntó la hora y pensé que me estaba imitando en plan de burla».

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