Tras las huellas de Goya: un viaje por los lugares que marcaron su vida y su obra

Goya se enamoró de la vida en Madrid, algo que refleja perfectamente su obra pictórica de la capital. Aquí vemos La pradera de San Isidro, en la que el pintor retrata a algunos personajes de la alta sociedad. Esa pradera ahora forma parte del parque de San Isidro.
'La pradera de San Isidro', obra de Francisco de Goya.
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Goya se enamoró de la vida en Madrid, algo que refleja perfectamente su obra pictórica de la capital. Aquí vemos La pradera de San Isidro, en la que el pintor retrata a algunos personajes de la alta sociedad. Esa pradera ahora forma parte del parque de San Isidro.

"Sí, vendrá un día, / Vendrá también ¡Oh Goya! En que a tu nombre / el extranjero estático se incline". El poeta Manuel José Quintana ya preveía en 1805 el éxito que Francisco de Goya y Lucientes, compañero de generación, iba a alcanzar en el futuro. No se equivocó.

Este martes, 30 de marzo, se celebra el 275.º aniversario del nacimiento del pintor, uno de los más aplaudidos en la Historia del arte, de los que dejan huella allá donde pisan porque son maestros, gurús. Goya fue uno de los precursores de la modernidad, rompió la máscara social para ensalzar las virtudes y las carencias. Su arte era bondadoso porque representaba, con un rasgo subyacente de naturalismo, la naturaleza humana.

El artista aragonés nadó en el subconsciente de cada uno de sus retratados, sin excepción. Y también lo hizo en los abismos del plano social, entre la guerra y el desastre. Se le considera un artista crítico y revolucionario, liberal. Especialmente en sus últimos años de vida, cuando se exilió en Burdeos, en 1824, un año después de que las tropas francesas de los Cien Mil Hijos de San Luis llegaran a Madrid para restaurar la monarquía absoluta de Fernando VII.

Goya tenía un concepto adelantado de la belleza. No idealizaba. Al contrario que la mayoría de sus compañeros, no caía en el camino del encanto rococó o neoclásico. En su vida, plasmó el bien y el mal a través de relatos de luz y oscuridad. Tanto en su periodo de ascenso como en su viaje hacia la sordera y su supuesta locura, pintó en los lugares que fueron suyos para la eternidad.

Fuendetodos: la cuna del maestro

Francisco de Goya nace un 30 de marzo de 1746 en esta casa, donde pasa sus primeros 6 vida hasta el retorno de su familia a Zaragoza.
Francisco de Goya nace un 30 de marzo de 1746 en esta casa, donde pasa sus primeros 6 vida hasta el retorno de su familia a Zaragoza.
Fundación Fuendetodos Goya

En Fuendetodos, el 30 de marzo de 1746, nació Francisco de Goya y Lucientes. Hijo de José, un dorador de origen vasco, y de Gracia, una mujer de ascendencia hidalga, el artista pasó los primeros seis años de su vida en esta pequeña localidad de la provincia española de Zaragoza, mientras su padre trabajaba dorando el retablo mayor de la iglesia parroquial.

La casa natal del pintor fue identificada como tal en 1913 por Ignacio Zuloaga y un grupo de artistas zaragozanos. Asimismo, no fue hasta el año 1928 cuando el Sindicato de Iniciativas y Propaganda de Aragón (SIPA) constituyó una Junta para la celebración del Centenario de la muerte del artista. Entre sus objetivos se fijó el cuidado y conservación de la vivienda. 

Desgraciadamente, esta casa fue parcialmente destruida y saqueada en la Guerra Civil. En 1946 se mandó su reconstrucción y, un tiempo después, en 1982, ya bautizada como la Casa Natal de Goya, fue declarada Monumento Histórico Nacional. "En esta humilde casa nació para honor de la patria y asombro del arte, el insigne pintor Francisco de Goya Lucientes", se lee en la fachada. A día de hoy, se puede visitar como museo.

Este el municipio, situado en la comarca aragonesa de Campo de Belchite, también cuenta con el Museo del Grabado, inaugurado en 1989. Ubicado a pocos metros de la Casa Natal de Goya, este espacio expone algunos de los grabados que realizó el artista, inspirado en aquel entonces por el pintor Diego Velázquez. Fuendetodos también rinde homenaje a Goya con dos estatuas.

Zaragoza: formación y primeras obras

Regina Martyrum, cúpula de la catedral del Pilar (Zaragoza), de Francisco de Goya.
Regina Martyrum, cúpula de la catedral del Pilar (Zaragoza), de Francisco de Goya.
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El pintor aragonés inició su formación artística en el taller de José Luzán y en el de su cuñado, Francisco Bayeu. Allí estuvo cuatro años copiando estampas hasta que se decidió a establecerse por su cuenta (él hablaba del "pintar de mi invención") y viajar a Italia, donde estudió la obra de grandes pintores y mejoró su técnica. En el año 1771 regresó a Zaragoza, demostrando así una interesante evolución que plasmó en las pinturas murales de la capilla del palacio de Sobradiel, en el gran fresco de La adoración del nombre de Dios, en la bóveda del coreto de la basílica del Pilar, y en la cúpula Regina Martyrum, su obra cumbre en dicho templo.

Más allá de la Basílica del Pilar, Zaragoza también cuenta con el Museo Goya-Colección Ibercaja-Museo Camón Aznar, la única institución en el mundo que muestra de manera permanente toda la serie de grabados de Goya: Aguafuertes, Caprichos, Los desastres de la guerra y Tauromaquia. Por otro lado, el Museo de Zaragoza presenta una colección representativa de todas las etapas del pintor, desde su nacimiento hasta la madurez, exponiendo retratos como el de Fernando VII, el duque de San Carlos. En la Cartuja Aula Dei, Muel (Ermita de la Virgen de la Fuente) y el Alma Mater Museum también hay trabajos del pintor. 

Madrid: aristocracia, sordera y terror

La familia de Carlos IV, por Francisco de Goya.
La familia de Carlos IV, por Francisco de Goya.
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La mayor parte de la vida de Goya transcurrió en Madrid, concretamente, en la corte del rey borbón Carlos IV. No obstante, sus inicios en la capital tuvieron lugar en la Real Fábrica de Tapices, donde le fue encargado el diseño de cartones, genero en el que se desenvolvió con soltura. Entre 1775 y 1792, hizo 63 composiciones de este tipo, coloridas y de escenas agradables. Ejemplos de ellas son El columpio y El quitasol. También El albañil herido.

Otro lugar que marcó el período de mayor solidez y originalidad del artista, a partir de 1771, fue la pradera de San Isidro, pues le apasionaban las verbenas y las romerías, lugares de encuentro de las majas, los toreros y los nobles. Dicha pradera ahora forma parte del parque de San Isidro. En este sentido, cabe destacar dentro de esta ruta la ribera del Manzanares, lo que es ahora Madrid Río, como otra localización goyesca.

A medida que Goya se convierte en un artista más maduro, abandona la temática religiosa o neoclásica para dirigirse a un estilo más realista o costumbrista como en este 'Baile a orillas del Manzanares', encargado para el comedor de los Príncipes de Asturias en El Pardo.
'Baile a orillas del Manzanares', de Francisco de Goya.
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Hacia 1776 Goya vivió su etapa de mayor esplendor. Residía en el número 12 de la madrileña calle del Espejo (esta callejuela de pasado medieval se encuentra actualmente entre la calle de Santiago y la de la Independencia) y recibía un salario de 8.000 reales por su oficio. Un año después, sufrió una grave enfermedad pero, tan pronto como se recuperó, recibió encargos del propio príncipe, el futuro Carlos IV. En 1780 ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y, en 1786, obtuvo el título de pintor del rey junto con Ramón Bayeu. Muchas de las obras de aquella época están en el Museo del Prado.

El 1792 volvió a caer enfermo, perdiendo la capacidad auditiva. Fue a partir de aquel momento cuando su ánimo empezó a decaer, su carácter se agrió y su modus operandi dio un giro. A esto se sumó su dimisión de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en 1797, pocos años después de haber conocido a la duquesa de Alba. Tras la muerte de esta en 1802, y de algunas de sus amistades, Madrid se tornó un lugar oscuro para el pintor, más aún con la llegada de las tropas francesas. 

El 2 de mayo de 1808, Goya salió a la calle para contemplar la carga de los mamelucos, la cual plasmó, después, en su obra La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol. Su pareja es el cuadro El 3 de mayo en Madrid, también conocido como Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío, donde retrató la lucha del pueblo español contra la dominación francesa. La madrileña Puerta del Sol es el lugar donde se vivió el episodio más sangriento del levantamiento de Madrid. Así lo refleja la placa conmemorativa del 2 de Mayo, en la sede de la Comunidad de Madrid, el edificio de Correos.

Dos personas contemplan de cerca la conocida obra de Goya '3 de mayo en Madrid', también denominada 'Los fusilamientos'.
Dos personas contemplan de cerca la conocida obra de Goya '3 de mayo en Madrid', también denominada 'Los fusilamientos'.
JORGE PARÍS

La Quinta del Sordo es otra de las localizaciones más destacadas de la ruta goyesca. Situada en una colina del antiguo término municipal de Carabanchel Bajo, a las afueras de Madrid, esta fue la extensa finca donde vivió Goya entre 1819 y 1824. Esta enorme vivienda fue demolida en el verano de 1909, y, en la actualidad, estaría ubicada en el número 32 de la calle Saavedra Fajardo. En sus paredes, el artista pintó las famosas Pinturas negras, una serie de catorce obras murales crudas, oscuras y fantasmales que fueron trasladadas a lienzo a partir de 1874. Actualmente, se conservan en el Museo del Prado de Madrid.

Cabe destacar la Ermita de San Antonio de la Florida como el último lugar vinculado a la vida y la obra de Goya, pues en el interior de la cúpula pintó los frescos sobre Los milagros de San Antonio. En esta ermita también se halla la tumba del pintor, cuyo cuerpo fue trasladado desde el cementerio de Burdeos a principios del siglo XX. Este museo-panteón es visitable de manera gratuita.

Francisco de Goya
'Saturno devorando a sus hijos', Francisco de Goya.
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Sanlúcar de Barrameda: una leyenda amorosa

Sanlúcar de Barrameda fue el municipio gaditano al que se trasladó Goya en la primavera de 1796, tras la muerte del duque de Alba. Allí acudió como invitado y pasó unos meses junto a la duquesa de Alba, María Teresa de Silva. Durante este tiempo realizó el Álbum A, que contenía escenas de la vida cotidiana y dibujos protagonizados por personajes femeninos entre los que se identifica a la noble española, de la que se separó en su regreso a Madrid, en febrero de 1797. 

De estos hechos nace la leyenda que desea que las majas de Goya, La maja vestida y La maja desnuda, sean retratos de la duquesa de Alba. Estas teorías también surgen de la carta que el pintor le envió en 1794 a un amigo de la infancia, Martín Zapater, a quien le habló de la aristócrata. Con estas palabras mencionaba a la duquesa: "Más te valía venirme a ayudar a pintar a la de Alba, que ayer se me metió en el estudio a que le pintara la cara, y se salió con ello; por cierto que me gusta más pintar en lienzo, que también la he de retratar de cuerpo entero".

El misterio también se encuentra en la ironía de ambas obras, pues aunque La maja vestida aparece cubierta, su provocativa pose y ropajes ceñidos despiertan una mayor morbosidad en el espectador, mientras que La maja desnuda carece de la misma picardía y vivacidad que la otra trasmite.
'La maja desnuda', de Francisco de Goya.
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Burdeos: última etapa y muerte

Goya se exilió a Burdeos en 1824, tras dejar la Quinta del Sordo y sin saber nada de francés. Y, aunque regresó a España en dos ocasiones, falleció en la ciudad francesa en la madrugada del 16 de abril de 1828, a los ochenta y dos años. No fue hasta 1899 cuando sus restos mortales fueron sepultados en la ermita madrileña.

Durante su estancia en Burdeos, Goya representó la violencia, fantasía, locura y parodia social en sus trabajos, que recuerdan a las Pinturas Negras y Los disparates. Sus dibujos, de carácter costumbrista, están recogidos en el Álbum G y el H. La lechera de Burdeos fue una de sus últimas obras, una precursora del impresionismo. Y es que, pese a todo, Goya siempre se dedicó a la pintura, esa disciplina que él mismo definía como "sagrada Ciencia que tanto estudio exige aun de los que han nacido para ella".

Goya se desplaza a Burdeos en 1824 y a pesar de sus regresos a España, fallece en esta ciudad francesa cuatro años más tarde. Una de las últimas obras de su vida es 'La lechera de Burdeos' y muchas de sus obras recuerdan a Los Disparates y a las Pinturas negras.
'La lechera de Burdeos', de Francisco de Goya.
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