El último puente colgante inca se desploma sobre el río Apurímac

  • Las lluvias han hecho que se venga abajo, después de que no pudiese ser renovado el año pasado debido a la pandemia.
El puente Qeswachaka, de la época incaica, en Perú, en una imagen de archivo.
El puente Qeswachaka, de la época incaica, en Perú, en una imagen de archivo.
RICARDO CHIRINOS PORTOCARRERO / WIKIMEDIA OMMONS
El puente Qeswachaka, de la época incaica, en Perú, en una imagen de archivo.

El último puente colgante de la época incaica, que se alzaba sobre el río Apurímac, construido a base de paja tejida que se renovaba cada año en una ceremonia declarada patrimonio cultural de la humanidad, se ha desplomado sobre el caudal fluvial de la región peruana de Cuzco.

Debido a las restricciones de movilidad por la pandemia de covid-19, las comunidades que estaban a cargo de la ceremonia de renovación del puente Qeswachaka no pudieron hacerla en junio del 2020 y la estructura se vino abajo con las lluvias de las últimas semanas.

La Dirección Desconcentrada de Cultura del Cuzco señaló a RPP Noticias que la temporada de lluvias y la falta de mantenimiento del puente colgante de 600 años de antigüedad pueden haber sido el motivo del colapso de la estructura.

Un grupo multidisciplinario se ha dirigido al distrito de Quehue, en la provincia cuzqueña de Canas, para encontrar alguna alternativa de reposición del ancestral puente, que era también un destino turístico y cultural en esta región andina, agregó el medio.

Patrimonio de la humanidad

Las comunidades indígenas asentadas a ambas orillas del río Apurímac se reunían durante tres días en el mes de junio para cambiar las sogas del puente Qeswachaka, que las mujeres habían tejido con paja o ichu, en una fiesta que fue declarada patrimonio cultural de la nación en 2009 y patrimonio cultural inmaterial de la humanidad en 2013.

Este puente colgante pertenecía a las antiguas rutas del Qapaq Ñan o Camino Inca y el motivo de su construcción en paja, en lo alto de un desfiladero del distrito de Quehue, responde aparentemente a la necesidad de contrarrestar los terremotos, que son recurrentes en el sur peruano.

Sin embargo, por su fragilidad, solo lo podían cruzar cuatro personas a la vez y en la ceremonia de renovación del puente participaban exclusivamente hombres, que se encomendaban a los dioses del Ande antes de empezar a cambiar cada una de sus piezas sin desmontarlo completamente.

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