Un 'whatsapp', Macron y dos llamadas: el adiós de Iglesias del Gobierno que Sánchez no cree que abandone del todo

  • El vicepresidente se marcha para competir con Ayuso en Madrid pero Moncloa asume que seguirá confrontando con el presidente.
  • La elección de Belarra como ministra en lugar del más moderado Nacho Álvarez se ve como señal de la continuidad de la estrategia de tensión.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el todavía vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, en el Congreso.

Fueron un 'whatsapp', dos llamadas de teléfono casi simultáneas y una cumbre bilateral con Francia. Con estos métodos de comunicación y en ese escenario, el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, trasladó el lunes pasado al presidente, Pedro Sánchez, su salida del Gobierno. El motivo, competir contra Isabel Díaz Ayuso en las elecciones en la Comunidad de Madrid del 4 de mayo. El efecto, Iglesias se extiende a la política madrileña pero sin dejar su papel como "elemento disruptivo" dentro de la coalición. Así se ve en la parte socialista del Ejecutivo, donde están seguros de que, aunque no de forma física en el Consejo de Ministros, el líder morado no dejará de marcar el paso a Sánchez por medio de sus ministros, en especial de la próxima incorporada, su actual secretaria de Estado de Agenda 2030, Ione Belarra.

El lunes pasado, Sánchez tuvo el 'privilegio' de conocer por boca de Iglesias su decisión de dejar de ser vicepresidente. Lo supo muy poco antes de que el líder de Unidas Podemos difundiera un vídeo para contarlo que, difundido por la prensa, fue la manera en la que se enteró el resto del Ejecutivo. "Nos quedamos chocados", decía el pasado jueves la ministra portavoz, María Jesús Montero.

Más que por voz de Iglesias, Sánchez tuvo una primera noticia escrita, mediante el mensaje de whatsapp que el morado le envió, consciente de que en ese momento el presidente se encontraba en Francia, en una cumbre bilateral junto con el presidente Enmanuel Macron. Fue cuando Sánchez quedó libre cuando se produjo la llamada en la que Iglesias le dijo que dejaba el Gobierno.

Casi en el mismo momento, se hubo otra en el nivel inmediatamente inferior a ambos. El director de comunicación de Iglesias, Juanma del Olmo, telefoneó al director del gabinete de Sánchez, Iván Redondo, para informarle. Solo después de estas llamada se difundió el vídeo donde Iglesias anunciaba que dejaba el Gobierno para ser candidato en Madrid por Podemos.

Al margen de toda esta liturgia, en la parte socialista del Gobierno tienen claro que Iglesias se va físicamente, pero su papel como "elemento disruptivo" continuará dentro del Consejo de Ministros. Si no es mediante la nueva vicepresidenta, Yolanda Díaz, lo será por medio de la nueva ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, a quien se señala como la verdadera 'comisaria política' de Iglesias en el Gobierno a partir de ahora.

"De menos le vamos a echar", decía entre risas una ministra hace unos días, en alusión a la tensión casi constante que existe dentro de la coalición, casi siempre porque Unidas Podemos considera que el PSOE no cumple el acuerdo de coalición y se queda corto en sus propuestas. Por ejemplo, por la Ley de Vivienda que en estos momentos divide a los dos socios y por la que los morados han advertido a Sánchez que tendrá que "cambiar de socios" porque ellos no van a aceptar bonificaciones fiscales para los propietarios pero no una limitación efectiva de los alquileres.

Fuentes socialistas explican esta constante tensión al hecho de que Unidas Podemos son más "activistas" y los socialistas, más políticos "de Gobierno" y que es mucho más hacia afuera y que no ocurre lo mismo en las relaciones dentro del EjecutivoEn todo caso, esto no va a cambiar aunque Iglesias deje de ser vicepresidente. En el ala socialista asumen que ahora hará campaña contra Díaz Ayuso en Madrid, pero sin dejar de ser "oposición" al Gobierno central, como creen que ha sido hasta ahora.

"Para nada", afirman sobre la marcha total del Ejecutivo. Es más, la sensación es que fuera de él Iglesias podrá redoblar su confrontación con Sánchez, porque ya no estará obligado a añadir la "coletilla" que con la que hasta ahora ha avisado que es "miembro del Gobierno" antes de dar un mandoble al presidente por el asunto de que se tratara en cada momento. "A lo mejor le da más vía libre, le suelta más la correa", dicen sobre la posición de Iglesias una vez deje la Vicepresidencia segunda.

Más Belarra que Díaz

De momento, la ministra de Trabajo ha mostrado más flexibilidad que Iglesias. Esta semana, Díaz no quiso iniciar una guerra con Sánchez y la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, para sustituir a Iglesias exactamente en el puesto que le hubiera correspondido por el reparto del Ejecutivo que acordaron en enero del año pasado.

Sánchez insistió en el Ministerio de Trabajo forma parte del área económica del Gobierno que dirige Calviño como vicepresidenta económica y que, por tanto, no podía quedar jerárquicamente por encima de ella en el escalafón. Así, Díaz aceptó ser vicepresidenta tercera y no segunda -que será ahora para Calviño- en una negociación en la que las dos partes niegan grandes tensiones pero sí admiten una cesión por parte de la ministra. Si hubo más dificultades no fue por ella, sino por Unidas Podemos, es decir, por Iglesias, aducen.

Distinto es el papel que en la parte socialista se espera que pueda tener Belarra, a la que Sánchez nombrará ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 a propuesta de Iglesias.

En Moncloa apuntan que también podría haber propuesto a su otra mano derecha en la Vicepresidencia, el secretario de Estado de Derechos Sociales. Nacho Álvarez, una persona que suele trabajar con Moncloa, donde se le "conoce bien" y se tiene muy buena impresión de él.

Por el contrario, Iglesias ha elegido para elevar a ministra a su otra secretaria de Estado, que en muchas ocasiones ha sido el "altavoz" de Iglesias para los mensajes más duros contra otros miembros del Gobierno, como Calviño o la ministra de Defensa.

Su perfil hace pensar en Moncloa que la oposición al Gobierno desde dentro de la coalición no termina con la marcha de Iglesias.

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