Hace dos años que la palabra 'teletrabajo' -poco frecuente hasta entonces en España- se abría paso en el debate vigente para controlar la amenaza, ya "real", que suponía el coronavirus. Con la resaca del 8-M todavía presente, las comunidades empezaban a blindarse ante un virus que resultaba ser mucho más arrollador de lo que venían advirtiendo las autoridades sanitarias.

España prevé clausurar el jueves la fase aguda de la Covid poniendo fin a los aislamientos y el foco en casos graves

El 9 de marzo de 2020, España duplicaba los casos de Covid-19 registrados el día anterior, alcanzando los 1.200 positivos en todo el país -ese mismo día se notificaron por la mañana 999 y luego Sanidad rectificó añadiendo 205 más- y pasando de encontrarse en una fase de contención a otra de "contención reforzada".

Las comunidades con zonas de transmisión comunitaria alta, como eran entonces Madrid, Vitoria y Labastida (Álava), anunciaban entonces el cierre de todos sus centros educativos durante 14 días (que finalmente se convertirían en meses); una medida que, aunque fue bien recibida por la comunidad educativa, dejó a muchos padres y madres sin capacidad de reacción ante una situación que no les permitía conciliar con el trabajo. Surgía así la polémica de si dejar -o no- a los niños con los abuelos, colectivo de alto riesgo, durante esas horas en las que deberían estar en la escuela.

DSN

Fue ahí cuando empezó a tomar protagonismo la palabra 'teletrabajo'. El entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, recomendaba a las empresas que impusieran esta forma de trabajo desde casa, así como la flexibilización del horario laboral y los turnos escalonados ante el "cambio a peor de la evolución de la enfermedad en España", que sumaba 28 muertes por coronavirus. El escenario, por tanto, daba un giro y los dirigentes autonómicos empezaban a mostrar su preocupación.

"Sé que son medidas que implican una alteración de la actividad ordinaria, pero apelo a la comprensión, son medidas que consideramos necesarias"

Así, se empezaron a lanzar las primeras recomendaciones de limitación a la movilidad, apelando a la responsabilidad de los ciudadanos para que evitasen aquellos viajes "que no sean necesarios" y limitaran, en la medida de lo posible, salir de casa y la actividad social. "Sé que son medidas que implican una alteración de la actividad ordinaria, pero apelo a la comprensión, son medidas que consideramos necesarias", reconocía Illa, que avanzó igualmente que se estaba estudiando un segundo paquete de medidas (cinco días después se instauraría en España el estado de alarma y, con él, el confinamiento domiciliario de todos los ciudadanos).

La amenaza se vuelve "muy real": más de 100 países con Covid

Mientras tanto, el coronavirus seguía expandiéndose por los países y Pedro Sánchez mantenía ese mismo día la primera de las muchas reuniones que se llevarían a cabo con los líderes europeos para afrontar la lucha contra la pandemia. Concretamente, el presidente del Gobierno español llamó a la canciller alemana, Angela Merkel, y al primer ministro italiano, Giuseppe Conte, para coordinarse frente al virus, que ya estaba impactando con fuerza en ambos países.

Hablaba también con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y con el director general de la Organización Mundial de la Salud Tedros Adhanom Ghebreyesus, y anunciaba, poco después, la puesta en marcha "cuanto antes" de un plan de choque, mientras pedía "unidad, serenidad y estabilidad" para atajar la todavía considerada epidemia.

Y es que el coronavirus ya estaba presente en más de 100 países. "La amenaza de una pandemia se ha vuelto muy real", advirtió el director general de la OMS en un día en el que se sumaban 109.578 casos confirmados en el mundo, de los cuales 3.994 correspondían a las últimas 24 horas. Italia, duramente golpeada en los primeros meses y espejo de lo que le sucedería poco después a España, acaparaba la atención por su fuerte incremento de fallecidos (97 en una jornada, lo que ascendía a 463 el cómputo total) y procedía a endurecer las medidas restringiendo los movimientos en todo el país.

Israel, por su parte, implantaba una medida que seguirían después otros países. Todos los viajeros extranjeros, independientemente del país de procedencia, que llegaran al país tendrían que someterse a una cuarentena domiciliaria.