Cómo hacer para que no queden grumos en la leche en polvo

Aunque pueda parecer antinatural, si sirves la leche desde el extremo contrario a donde la has abierto, es decir arriba, pero en la parte de atrás, salpicará menos la leche y verás que es más fácil mantenerla firme.
Jarras de leche.
Pixabay/Couleur
Aunque pueda parecer antinatural, si sirves la leche desde el extremo contrario a donde la has abierto, es decir arriba, pero en la parte de atrás, salpicará menos la leche y verás que es más fácil mantenerla firme.

La leche en polvo para la preparación de los biberones de los bebés constituye un sustituto o complemente perfecto para la leche materna durante los primeros años de edad. De hecho, existen múltiples tipos y marcas de leche en polvo infantil, por lo que a veces puede resultar difícil escoger una de ellas.

De este modo, comprobar las etiquetas para saber si es leche de lactantes o de continuación o si posee una fórmula específica, por ejemplo, sin lactosa o para bebés prematuros, es fundamental. Pero también es importante, una vez elegida la leche en polvo, saber cómo prepararla.

Uno de los principales inconvenientes que pueden presentarse es la aparición de grumos en la leche, que pueden incluso obstruir su salida por la tetina del biberón. Así, se pueden seguir una serie de recomendaciones para evitarlo.

Trucos para evitar los grumos

En primer lugar, el biberón hay que prepararlo siguiendo las indicaciones que marca el fabricante en el etiquetado, teniendo en cuenta las proporciones que se señalan en dicho envase.

Aún así, muchas personas no consiguen evitar que aparezcan los molestos grumos. el truco principal es agitar el biberón, pero hacerlo tan enérgicamente como si se estuviera preparando un cóctel, ya que esto podría suponer la aparición de burbujas de aire en la bebida. Lo mejor es cogerlo y hacerlo girar hasta que esté bien integrado. 

La temperatura del agua también importa a la hora de evitar que aparezcan grupos. Así, no debe estar ni muy frío ni muy caliente, sino tibio, a una temperatura templada que consiga diluir los polvos. Con el agua fría es más difícil que estos se diluyan bien y, por tanto, habrá que agitar mucho más.

También se puede optar por ir añadiendo el agua de forma gradual, es decir, echando poco a poco en lugar de añadir todo el agua de golpe. De este modo, se podrán ir disolviendo los polvos progresivamente y será más difícil que salgan grumos. 

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