Los casos de abuso sexual en menores se multiplican por 4 desde 2008 en España, donde se producen 1.000 al año

Día Mundial de la Prevención contra el Abuso Sexual Infantil
2 niños y 2 niñas en el cartel que conmemora el Día Mundial de la Prevención contra el Abuso Sexual Infantil.
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Día Mundial de la Prevención contra el Abuso Sexual Infantil
2 niños y 2 niñas en el cartel que conmemora el Día Mundial de la Prevención contra el Abuso Sexual Infantil.

No son datos, ni números. Son bebés, niños, niñas y adolescentes. Son heridas que nunca cicatrizarán del todo y que dejarán una huella imborrable en la vida de esas personas. El abuso sexual a menores en España existe y no se trata de un fenómeno aislado. De hecho, en los últimos 10 años ha experimentado un terrible crecimiento del 300%. Es decir, donde en 2008 había un caso, en 2018 había cuatro.

Son las desgarradoras conclusiones que revela el último estudio presentado este martes por la Fundación ANAR, 'El abuso sexual en la infancia-adolescencia según los afectados y su evolución en España'. Un informe "sin precedentes" que se ha realizado a partir de la experiencia que las propias víctimas han contado a través del chat y del teléfono de ayuda (900 20 20 01) de la Fundación y que busca recordar la cruda realidad a la que se enfrentan muchos menores en su día a día.

Para ello, han analizado un total de 89.808 llamadas sobre abuso sexual que se hicieron para atender a los 6.183 casos ayudados por ANAR y usados en la investigación, que cuenta con dos niveles de análisis: uno longitudinal, que analiza la evolución de este fenómeno "tabú" entre 2008 y 2018; y otro transversal, que refleja la situación actual mediante el estudio de 618 casos detectados entre 2018 y 2019.

La investigación refleja que, mientras que el incremento anual del número de casos fue de un 14,3% de media, en los últimos cinco años ha aumentado al 20,5%.

La punta del iceberg

"Todas las llamadas o los chats o los contactos que nosotros hemos recibido en la línea de ayuda suponen la punta del iceberg de una realidad que está totalmente invisibilizada y de la que no tenemos ningún tipo de conciencia de que existe", asegura a 20minutos la directora del teléfono/chat de ANAR, Diana Díaz. "Hay que poner en valor los datos del informe, por supuesto, pero que detrás de todo eso hay un trabajo de un equipo de psicólogos expertos en este tema y en otros temas de infancia. Entonces, lo importantísimo es que la gente conozca las líneas de ayuda para poder pedir ayuda si hay algo que les llama la atención, que les parece anormal, etc.", añade.

El informe constata, ya no solo el incremento de abusos sexuales en niños, niñas y adolescentes (en 2008 atendieron a 273 casos y 1.093 en 2020) sino también el protagonismo de Internet y las nuevas tecnologías como vías para llevar a cabo esos abusos. 

Y es que la tecnología ha estado presente en uno de cada cinco casos de abuso sexual a través de prácticas como 'grooming' (36,7% de crecimiento anual), cuando un adulto pide imágenes de contenido sexual para poder extorsionar al menor con el objetivo de llegar al abuso sexual en el ámbito presencial; o 'sexting' (25%), que se da cuando los menores comparten imágenes sexuales muy comprometidas sin saber los riesgos que entrañan, dando paso a la extorsión que sufren posteriormente.

Perfil de las víctimas: el 78,3% son mujeres

El perfil de las víctimas, según ha explicado la directora del teléfono/chat de la Fundación ANAR, Diana Díaz, es en el 78,3% de los casos una mujer. "La inmensa mayoría", ha señalado, recalcando que "no podemos olvidar que el abuso sexual también sucede en niños, sobre todo de las edades más tempranas". En cuanto a la edad media de la víctima, es de 11,6 años. Una edad que, en comparación con los distintos tipos de violencia analizados por la fundación, "representa una de las edades más bajas estadísticamente".

En general, todos los parámetros han empeorado. "Hoy tenemos víctimas con mayor duración de los abusos, con mayor frecuencia, con mayor gravedad. Y el único parámetro que no ha aumentado es el de la urgencia, porque ya estaba en las cotas más altas en el año 2008", ha lamentado Benjamín Ballesteros, director de programas de ANAR, durante la presentación del estudio. En el momento de la llamada entre 2018 y 2019, el 69% de los casos se habían repetido más de una vez, el 81% lo había sufrido durante un año o menos y el 9,6% durante dos años o más. "Sobre todo en el caso de las mujeres, tenemos que destacar que la duración de los hechos es superior", ha señalado Diana Díaz, afirmando que "una de cada diez mujeres sufrió abusos sexuales durante tres o más años".

"Hay que abrir más la mirada en lo que significa el abuso sexual para ser conscientes de que no solamente es un caso de penetración"

En cuanto a la violencia física o la intimidación para llegar a realizar esos actos de abuso sexual, el informe destaca que la violencia aumenta a medida que lo hace la edad de las propias víctimas. "Y esto tiene sentido, porque la estrategia que utilizan los agresores con los menores más pequeños es normalmente una estrategia de juego, de aproximación, aprovechándose de la inocencia de los más pequeños. Pero, a medida que aumentan las edades, los menores de más de 12 años entienden más el fenómeno y tratan de zafarse de la situación, se resisten, y por tanto la estrategia del agresor es mucho más violenta", ha explicado la directora del teléfono/chat de ANAR.

Díaz ha destacado la importancia de "abrir mucho más la mirada en lo que significa el abuso sexual" para poder identificarlo y denunciarlo, y también para ser conscientes de que un abuso sexual no solamente es un caso de penetración. "Estamos hablando de difundir material íntimo, descargar pornografía infantil, grabar a un menor haciendo pornografía infantil, obligar al menor a llevar a cabo prácticas sexuales, obligar a presenciar actos sexuales, etc."

En el 35,5% de los casos, la víctima ha sufrido tocamientos obscenos por parte del propio agresor, en el 10,5% ha sido obligada a tocar al agresor, y la penetración con violencia supone el 10,3% de los casos (siendo del 7,2% sin violencia). Además, las mujeres son, una vez más, las que sufren abusos sexuales más graves, sobre todo en los que tienen como objetivo el cuerpo de la víctima y son también las que han presentado mayor presencia de heridas o marcas.

Aún así, la presencia de marcas o heridas graves suele ser menor. "El propio agresor va a intentar no dejar ningún tipo de huella para seguir actuando contra el menor de edad. Las agresiones más traumáticas han sido en la franja de edad de los bebés a los doce años, que tienen un cuerpo más sensible", ha apostillado Díaz.

¿Quién abusa?

El "retrato robot" del agresor es, con mayor frecuencia, el de un hombre (95,8% de los casos), de la familia o del círculo de confianza (80,8%), mayor de edad (7 de cada 10 casos) que actúa en solitario y que abusa en la casa del menor. Aunque cabe destacar que es en la franja de edad de entre los 13 y los 15 años cuando se presentan más agresores menores de edad, pues es "cuando empiezan a utilizar las tecnologías", ha aseverado Díaz. Asimismo, ha advertido sobre la importancia de tener "cuidado" con los entornos escolares y actividades extraescolares, donde se producen el 13,2% de los casos representados.

Sin vías de escape por la pandemia

La pandemia ha recrudecido la situación de esos menores, ya que, como se ha visto, los agresores suelen ser de la familia (en el 32% de los casos el abusador era el padre biológico) o del círculo de confianza, con quien la víctima se ha visto obligada a convivir durante 24 horas durante el confinamiento "sin ningún tipo de escape". Preguntada al respecto por 20minutos, Díaz ha asegurado que gracias al chat y al sistema de borrado automático que se hace en el escritorio de la víctima, han conseguido ofrecer una forma de pedir ayuda muy segura. "Fue una garantía y de hecho por eso tuvimos tantísimos casos, porque fue una de las grandes peticiones de ayuda", cuenta.

Aumentan las "manadas"

Las "manadas" o agresiones en grupo, además, también han incrementado considerablemente en los últimos años, hasta llegar a representar el 10,5% de los casos. “Tenemos que estar muy pendientes que en pre adolescencia y adolescencia también se están produciendo agresiones en grupo", ha señalado. Ese incremento que ha salido reflejado en el estudio, está "íntimamente relacionado con el acceso incontrolado a Internet y a la pornografía, donde nos encontramos que la mujer en muchas ocasiones es degradada, humillada y maltratada”, ha destacado Ballesteros.

La agresividad puede ser un indicio

Sufrir este tipo de abusos tiene consecuencias en las víctimas, que se ven agravadas si no se atajan a tiempo o con la efectividad necesaria. “Podemos hablar de un cambio brusco en el estado de ánimo, en el comportamiento”, ha explicado Díaz, añadiendo que las víctimas menores de edad pasan a ser más introvertidas, más retraídas o, por el contrario, más irascibles o más nerviosos. "Ojo con los niños y niñas agresivos, que tendemos a demonizar y que pueden estar sufriendo situaciones muy graves que les están afectando", ha advertido Ballesteros.

"Puede afectar a distintos planos y puede dejar huella. Cada caso es individual y por eso insistimos mucho en que tiene que ser evaluado. Entonces, la significación que dé el propio menor a los hechos depende mucho de la respuesta de los adultos de su entorno. Si no les creemos (que pasa mucho), evidentemente se le revictimiza el doble, porque además de haber sufrido el abuso, no hacemos nada o les responsabilizamos", explica Diana Díaz, reconociendo que les han llegado a confesar ideas suicidas.

Lo que más temen, lo que más sufren

"Muchas veces verbalizan el miedo, porque cuando son más adolescentes y se dirigen a la línea de ayuda es porque ya son más mayores y tienen otras herramientas. Otras veces es la parálisis", describe Diana Díaz. Cuando reciben el grito de auxilio, las reacciones son muchas y muy diversas. Hay casos en los que la víctima ya ha pedido ayuda a otras personas que incluso han justificado al agresor o la han culpabilizado. Otras ni siquiera han obtenido respuesta y la indefensión que les genera es mucho más grande. Pueden incluso llegar a recibir amenazas por parte del agresor. 

"La soledad más absoluta es una de las características más comunes. Se encuentran solos y solas ante estas situaciones, porque si no se han parado los hechos y se han sucedido, si nadie ha denunciado, si no se ha cortado el contacto con el agresor o no se hizo nada… finalmente se devuelve un mensaje de parálisis y esto no está ayudando en nada a las propias víctimas", asevera la directora del teléfono/chat de AMIR.

Por ello, desde la fundación han hecho un llamamiento a que todo aquel que presencie cualquier tipo de abuso (o tenga sospecha de ello) tome medidas en el asunto. Y es que solo uno de cada diez casos se llega a denunciar judicialmente, y el 18% del total termina archivándose por falta de pruebas.

"Los adultos del entorno que ayudan en los casos de violencia, en general, son pocos. El niño o la niña se encuentra muy solo", lamenta Díaz, recordando "la obligación legal" que tenemos como ciudadanos de trasladar el caso a los organismos competentes. "No hay que callarse y hay que ayudar. Debemos tener una mentalidad de ayuda, sobre todo a los menores de edad y a los niños por debajo de los 12 años, pues sabemos que es el bloque grueso del estudio que no se pueden defender, no tienen protección absoluta a menos que un adulto sepa que algo le está pasando", señala.

"El abuso sexual es un problema de toda la sociedad"

Ahora, en ANAR han lanzado un manifiesto con una serie de propuestas y exigencias para llevar a cabo los cambios necesarios "que nos lleven al camino de la erradicación del abuso sexual infantil y que hagan de todas estas cifras una pesadilla del pasado", ha recalcado Sonsoles Bartolomé, directora del departamento jurídico.

"Porque el abuso sexual no es un problema de la víctima. El abuso sexual no es un problema de su familia. El abuso sexual es un problema de toda la sociedad. De hecho, en palabras de la Comisión Europea, muy preocupada por este fenómeno, la lucha contra el abuso sexual de menores precisa ser abordada desde numerosos frentes, incluso por la sociedad en su conjunto, en un planteamiento multilateral y multidisciplinar", ha manifestado.

Así, establecen una serie de recomendaciones de prevención, detección e intervención de los casos de abuso sexual en menores de edad; muchas de las cuales ya se contemplan en el texto del Proyecto de Ley Orgánica que en este momento se encuentra en tramitación parlamentaria. 

Entre ellas, destaca la regulación de los menores a Internet, que los delitos sexuales no prescriban, la formación a padres y profesionales en contacto con menores, que se solicite el Certificado del Registro de Delincuentes Sexuales periódicamente, la asistencia psicológica "inmediata, gratuita y con la regularidad suficiente" a las víctimas, la suspensión judicial de todo contacto con el agresor y la creación de juzgados especializados en estos casos para que se garantice el juicio lo antes posible, entre muchas otras que se reflejan en el manifiesto difundido por la Fundación.

"Necesitamos un sistema legal que, apostando por la prevención, favorezca la detección temprana del abuso, facilite la notificación a las autoridades y garantice una intervención en la que el proceso penal contra el acusado en ningún caso cause un sufrimiento mayor a la víctima", ha destacado Bartolomé que asegura que hay preguntas que salen solas. "¿Podemos continuar así realmente? ¿Ante esta situación se puede mirar a otro lado? ¿Cómo sociedad, nos podemos permitir estos datos sabiendo que detrás de cada uno de ellos hay víctimas vulnerables que sufren sin medida?".

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