Así se renueva la piel: millones de células mueren cada día, dando paso a otras nuevas

Muchos de los errores los hacemos porque pensamos que son beneficiosos.
Imagen de archivo de una persona aplicando crema sobre la piel.
PEXELS
Muchos de los errores los hacemos porque pensamos que son beneficiosos.

Estrenamos la piel sin ser conscientes de ello. La epidermis tiene su ritmo y cada, aproximadamente, tres semanas, la mudamos por completo. De ahí la metáfora poética de que nunca acariciamos dos veces a la misma persona. Su piel ha cambiado.

Los seres humanos no somos, habitualmente, conscientes de una serie de realidades en las que estamos inmersos. No pensamos, por ejemplo, que habitamos la superficie de un planeta que gira a gran velocidad mientras, al mismo tiempo, se desplaza por el espacio más rápido que cualquier cohete.

No reparamos en que nuestra sangre circula por cada latido, alimentando nuestras células y llevándose los productos de desecho. Ni, por supuesto, nos damos cuenta de que millones de células mueren en nuestro cuerpo y millones de células nuevas las reemplazan en un continuo drama y resurrección que nos mantiene vivos. Cada segundo morimos un poco y nacemos otro poco. Es un hermoso, sutil y delicado equilibrio que nos mantiene vivos.

Este rejuvenecimiento de los órganos se muestra de manera especialmente visual en la piel y sus anejos, como son las uñas y el cabello. Se considera que gran parte del polvo que hay en las superficies de un hogar familiar son células de descamación de sus miembros. De ahí que las modernas técnicas policiales de reconocimiento de ADN a las que tan acostumbrados nos tienen las series de televisión, se hagan con células de la piel.

Pero, al igual que los latidos del corazón pueden acelerarse por distintos motivos como el ejercicio físico o el estrés, la velocidad de la piel puede variar. En unos casos acelerándose y enlenteciéndose en otros. ¿Qué nos puede pasar en cada caso? Una vez más, tan malo es el exceso como el defecto.

Si nuestra piel va muy lenta y tiene un aspecto apagado y mortecino, se llena de células envejecidas que no son capaces de cumplir adecuadamente sus funciones y la piel se arruga y, con el paso del tiempo, se marca de forma más evidente. Si, por el contrario, la piel se acelera, empieza a descamarse de forma evidente y aparecen irritaciones y picor. Las células tienden a desprenderse, volviendo a la piel más vulnerable. De hecho, en patologías como psoriasis esta velocidad excesiva se convierte en un grave problema.

Afortunadamente, contamos con armas para regular el ritmo de la piel. Pero, por supuesto, necesitamos el ojo de un experto que nos diga cuál es nuestra tendencia. Sabemos que existen unas sustancias naturales fabricadas por los bulbos en hibernación que enlentecen el ritmo de la piel. Son globalmente conocidas las que fabrican los narcisos.

En el extremo opuesto, los derivados de la vitamina A, como el Retinol, tienen la maravillosa propiedad de acelerar la piel y conseguir que aparezcan más células nuevas, produciendo rejuvenecimiento.

La naturaleza y el laboratorio son, una vez más, nuestros grandes aliados. Muda nuestra piel, muda nuestra vida. Somos más conscientes que nunca, en tiempos de pandemia, de esta mutabilidad. Si estamos atentos a esos cambios y buscamos el diagnóstico, si nos cuidamos, la piel será el reflejo de una vida saludable y llena de energía.

Jerónimo Ors, Farmacéutico y Director de Laboratorios Paquita Ors.

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