Un hombre recupera la cartera que perdió en la Antártida hace 53 años

  • Paul Grisham perdió la cartera en 1960, durante en una misión de 13 meses como meteorólogo de la Marina en la Antártida
Imagen de de la floración de nieve verde.
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Imagen de de la floración de nieve verde.

53 años después de su misión de 13 meses como meteorólogo de la Marina de Estados Unidos en la Antártida, Paul Grisham ha conseguido recuperar la cartera que perdió durante aquella expedición allá por 1960, informa Infobae.

El hombre, residente de San Diego y con 91 años de edad, recibía el pasado sábado su billetera, hallada detrás de un casillero durante la demolición de un edificio en la Estación de McMurdo en la Isla Ross de la Antártida en 2014.

Encontrar a su dueño requirió correos electrónicos, mensajes en Facebook y cartas intercambiadas entre diversas personas que hicieron labor de detectives durante años. Pero esto no fue posible hasta que Stephen Decato y su hija Sarah Lindbergh, ambos de Nueva Hampshire, y Bruce McKee, de la fundación sin ánimo de lucro Indiana 'Spirit of ’45' ayudaron a encontrar al Grisham, después de haber trabajado anteriormente para devolver un brazalete de identificación del servicio de la Marina a uno de sus compañeros.

Decato había trabajado para una agencia de investigación en la Antártida y su antiguo jefe, George Blaisdell, decidió enviarle las dos billeteras que se encontraron durante la demolición de McMurdo. Tiempo después, Lindbergh se puso en contacto con la Asociación del Servicio Meteorológico Naval, un grupo en el que se encuentra Grisham, y ahí fue cuando dio con él.

La billetera contenía su identificación de la Marina, su licencia de conducir y una tarjeta de referencia de bolsillo sobre qué hacer durante un ataque atómico, biológico y químico, así como una tarjeta de racionamiento de cerveza, una carta de retención de impuestos y recibos de giros postales enviados a su esposa.

“Simplemente estoy impactado”, comentó Grisham al recibir aquel objeto que ya había olvidado. Asimismo, comentó que es difícil comprender la inmensidad y lejanía de la Antártida. Durante su tiempo allí, su lujo era tomarse un martini diario después de trabajar, y una vez a la semana se ponía en contacto con su esposa Wilma por un repetidor de voz a través de operadores de radio de onda corta.

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