Al respecto, Santolaya, en una entrevista a Europa Press, ha destacado que la llegada de las vacunas contra la covid también generan un beneficio para la salud mental porque "disminuyen la preocupación" y crean "esperanza". Pero ha advertido de los efectos psicológicos cuando "estas expectativas se dilatan".

"Los seres humanos tenemos una resilencia para enfrentar las cosas de modo que el impacto directo lo solemos aguantar muy bien, pero cuando se mantiene, como en una pandemia, los recursos personales se van perdiendo", ha constatado. De este modo, "la angustia y el miedo son mecanismos que en principio ayudan a protegernos, pero si se mantienen son perjudiciales".

Por ello, se requiere "una información fidedigna" y "creíble" y en ese sentido es "deseable" que provenga de una fuente experta ajena al Gobierno para no entrar en el debate político.

No obstante, ha advertido de que la sobreinformación puede derivar en "una desinformación" porque tras casi once meses de pandemia se está produciendo una saciación, que es otra ley en psicología: "cuando se produce un estímulo muy repetitivo la tendencia es obviar esta habituación, y se desconecta, se deja de escuchar" y "la gente prefiere ignorar las noticias y acaba informándose del vecino".

Por otro lado, ha recalcado que dado que el contagio es "conductual", porque el coronavirus lo trasmitimos las personas, es necesario, además de las restricciones, "concienciar a los grupos que más contagian por no respetar las medidas al tener una percepción de riesgo mínima". En ese sentido, ha reclamado una intervención directa sobre los jóvenes realizada por psicólogos de la educación. "Más pronto o más tarde se tendrá que poner en marcha", ha subrayado.

"PRIMERA OLA LA SANITARIA, LA SEGUNDA SERÁ LA SOCIAL"

Santolaya ha advertido de que "estamos en la primera ola, la sanitaria, después vendrá la segunda, la social" porque con la vacunación se podrá controlar la transmisión, pero las consecuencia "sociales y psicológicas se van a mantener en el tiempo".

De hecho, ya se ha registrado "un aumento espectacular de toda la problemática psicológica": el 40% de los españoles ya presenta síntomas graves o moderados de depresión, un 30% ansiedad y un 41% duerme menos que antes, según se desprende de la última encuesta del Consejo General de la Psicología de España y Sonae Sierra sobre el Malestar psicológico derivado de la COVID-19 en la segunda ola.

Por ello, ha urgido a crear equipos multidisciplinares porque "si no hay una intervención psicológica social pagaremos las consecuencias a los largo del tiempo", ha advertido.

Al respecto, ha señalado que los cuadros de estrés postraumático y adaptativos se mantienen "durante muchísimo tiempo", en el caso de un atentado terrorista el estrés permanece durante al menos siete años. Con la pandemia, ha augurado que los efectos serán más perdurables en aquellos que peor lo han pasado, bien por perder un familiar, su puesto de trabajo o porque les ha afectado económicamente. En cualquier caso, las consecuencias dependerán de "si en verano el virus está controlado y llevamos una vida normalizada o está tres años dando vuelta".

Con todo, ha aclarado que hay diferencias en los efectos psicológicos dependen de las características de las personas y de la percepción del riesgo que tienen. Así, "hay personas cuya preocupación es no ha infectarse ellos sino a infectar a los demás, o tienen miedo a morir y otras no ven este peligro".

Santolaya ha recrodado en ese sentido un estudio de varias universidades, UPV, UNED, UB, UGR, UMH, UM en abril de 2020, sobre las consecuencias del confinamiento, que reveló que el malestar psicológico es igual en hombres que en mujeres, pero en el caso de que el malestar sea alto, es casi el doble en mujeres 12%, que en hombres 6,8%. Asimismo, por edades se detectó que a mayor edad menos empeoramiento del malestar psicológico: un 53% entre los 18 y 34 años, un 44% entre los 35 y los 60 años 34% en los mayores de los 60 años.