La negociaciones entre el comité de empresa y la multinacional General Motors empiezan a arrojar sus primeras conclusiones concretas, que dan algo de serenidad a los 7.500 trabajadores de la planta de Figueruelas.

La dirección de la entidad accedió a retirar su propuesta de cierre de plantas y se comprometió a negociar la segregación de la filial europea (Opel) de la matriz norteamericana.

Sin embargo, puso una condición: optimizar al máximo los recursos para ahorrar los 1.200 millones de dólares (unos 955 millones de euros) que acucian a la compañía. Con este nuevo paso, la empresa descarta definitivamente su propuesta de cierres de fábricas y acepta la de los sindicatos, que se centra en confeccionar un plan de austeridad para evitar la suspensión de pagos que anunció GM la semana pasada.

Este ajuste conllevará, no obstante, un "importante esfuerzo para los trabajadores", según explicó ayer el representante del comité europeo de la fábrica de Figueruelas, Pedro Bona. "Durante uno o dos años tendremos que esforzarnos más porque no hay volumen de trabajo para todos", concretó.

Sindicatos y empresa llegaron a estas conclusiones tras reunirse de nuevo ayer en Alemania. La próxima semana comenzará una nueva negociación, esta más complicada y profunda, para diseñar un plan de ahorro que supondrá reducciones de plantilla, "pero esta vez teniendo en cuenta factores como la edad del trabajador", dijo Pedro Bona.

Con esta nueva situación se facilita además la posibilidad de que GM solicite firmemente a los gobiernos europeos los 3.300 millones de ayudas públicas necesarios para garantizar su supervivencia. "No estoy contento después de esta reunión, pero sí satisfecho", explicó Bona. La difícil situación de General Motors mantenía en vilo desde hace varias semanas a los trabajadores de Figueruelas.

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