Según la sentencia, C.J.C., se encontraba de permiso penitenciario, del que no regresó a la prisión de Burgos, donde cumplía condena por robo con violencia. Entró el 18 de septiembre de 2008, a las 14.00 horas, en la sucursal de la Caixa, con una pistola detonadora, y para evitar ser reconocido, llevaba unas gafas de sol de cristal verde oscuro. Además se colocó dos esparadrapos en los pómulos de la cara, la capucha del chubasquero, y se había colocado trozos de esparadrapo en las yemas de los dedos, para no ser detectado por las huellas dactilares.

Dentro de la sucursal bancaria, obligó a la cajera a entrar al despacho de dirección, donde se encontraba un técnico informático, y apuntando a ambos les ordenó darle al sistema de apertura retardada de las cajas, cosa que hizo la cajera, activando a la vez la alarma.

Dispositivo policial

El atracador les amenazó a ambos de que si venía la policía les iba a dar tres o cuatro tiros. Al cabo de veinte minutos, la Policía había desplegado un dispositivo para detener al ladrón, de manera que un agente de paisano llamó al interior para entrar. Cuando la cajera se acercó a abrir le comunicó que el atracador estaba armado y aprovechó para salir a la calle y escapar.

Tras ello, el acusado a las voces de los agentes levantó sus manos, al tiempo que gritaba que la pistola "no era de verdad", momento que fue detenido. Por estos hechos, el juez condena a C.J.C, con la pena de tres años y medio de cárcel, por un delito de robo con intimidación con empleo de medio peligroso, en el que concurre la agravante de reincidencia y de disfraz.

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