Raíces que levantan baldosas y revientan tuberías, hojas que atraen pulgones y plagas de orugas, flores muy sensibles para los alérgicos al polen... Los árboles complicados para la ciudad y aquellos que no cuajan con la vida urbana tienen las horas contadas en la capital aragonesa.

El Ayuntamiento de Zaragoza, a través del servicio de Parques y Jardines, está priorizando cada vez más el equilibrio entre el entorno ciudadano y natural, evitan todas aquellas plantas perjudiciales para la ciudad.

En las obras y reformas que se realicen (entre ellas las que dependan del Fondo Estatal de Inversiones), se evitará colocar árboles proclives a sufrir plagas, se limitará al máximo el uso de las plantas alergénicas y se tratará de adaptar lo más posible el espacio verde a las calles, parques y jardines de la capital aragonesa.

«Por ejemplo, evitamos colocar acacias (no se ponen desde hace 15 años) y árboles grandes como los pinos», explican fuentes municipales. El objetivo es buscar fórmulas que permitan disfrutar a los zaragozanos a la vez de las ventajas de la urbe y de las zonas verdes.

Se potencia sobre todo el uso de árboles de hoja caduca, para que en verano den sombra y en invierno permitan pasar la escasa luz solar, se evitan los álamos y plataneros (por su polen) y los operarios optan por utilizar árboles que consuman poca agua, como la melia.

Parques y Jardines escoge también aquellos que no dan frutos, como el almez, que suelen generar suciedad. En las calles pequeñas se suelen colocar árboles de la especie koelreuteria, que tiene flores amarillas, y cercis (también conocido como árbol del amor) que tiene flores rosas. Son, además, especies no demasiado grandes (miden como mucho 8 metros de altura) que no provocan problemas en las infraestructuras cercanas.

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