Björk y la fuerza de la naturaleza

  • La islandesa prepara disco, aunque sin publicación definida.
  • 'Voltaic' será una revisión de su última y extenuante gira.
  • La situación crítica su país centra ahora toda su atención.
La cantante islandesa Björk es una imagen de archivo.
La cantante islandesa Björk es una imagen de archivo.
ARCHIVO
La cantante islandesa Björk es una imagen de archivo.
Aspecto y voz aniñados. Formación clásica y un concepto del mundo reservado sólo para aquellos con ciertas habilidades sensoriales. Su expresión corporal, sus entrecerrados ojos abiertos, volverían loco a cualquier docente en dramaturgia. Y, por ende, a todo soñador que se precie. Por eso sólo hay una como ella: una
Björk 280La cantante y creadora colorista ha sido una de las mayores (y más prolíficas) exportaciones de su país natal,
Islandia. De allí salió tras una juventud que transcurrió de flor en flor
hasta toparse en 1986 con la responsabilidad de ser madre y, al mismo tiempo, con su banda más laureada,
The Sugarcubes, con la que se ganaría el favor de la audiencia europea.

Pero antes de
Birthday y
Hit fue niña artista, de ésas que a los once años tienen un disco y a
The Beatles como referentes. Recorrió después todos los estilos musicales existentes con otras formaciones
como Exodus, Tappi Tikarrass o Kukl, pasando por el punk, el pop y el rock gótico, e incluso coqueteó con el jazz de la mano de Gudmundar Ingolfssonar.
Abriendo brechas

Björk, de 44 años, ha sido pionera, tanto en su faceta como mujer artista internacional y gritona –una metáfora, y no-
como en poner las bases para una posterior ola de música electrónica poco asimilada hasta que ella dio el paso. Siempre ha ido a contracorriente, y más desde que en 1993 publicó su
Debut, primer disco en solitario. Nada de reglas ni de géneros de libro.
Björk 280Y eso que el
trip-hop le debe tanto como ciertas estrellas del momento underground a lo
Roisin Murphy. Su curioso talento, asimismo,
le lleva con inercia a juntarse con los de su misma especie, raros ejemplares como
Antony Hegarty, con el que ha grabado, por ejemplo,
Beautiful Boyz (tema de él) y el reciente
Dull Flame of Desire (de ella).

Pero también Thom Yorke, el sentimental y en ocasiones depresivo líder de la banda
Radiohead, con el que ya colaboró en la banda sonora de
Dancer in the Dark (
Bailar en la oscuridad) –películón de
Lars Von Trier y soberbia interpretación protagonista–,
SelmaSongs (2000),
y ha vuelto a repetir hace pocos meses en Náttúra, un canto suelto a la naturaleza con fines benéficos.
Impulso y compromiso

Otros, aunque mucho más comerciales, como Chris Martin, el alma cándida de
Coldplay, la ponen de "genuina", de reina de la metamorfosis vocal,
atributos geniales que contrastan con su otra y oscura cara, la de chica excéntrica que luce atuendos llamativos, cruza más que palabras con los paparazzi o se atreve a
gritar a favor del Tíbet en el corazón de China.
Björk 280Hoy por hoy, no obstante, su querida Islandia, hundida por la crisis, centra toda su atención.
Un crack que ha rasgado la burbuja feliz en la que la artista vivía a placer –nota va, nota viene–, concienciándola del problema. Por el momento, ha aportado artículos de prensa contra su gobierno, reprochándole la pasividad y la construcción de fábricas de aluminio.

Y ha puesto nombre
a un fondo de capital riesgo creado junto a la empresa Audur Capital, gestionada por mujeres. Buscarán inversores
comprometidos con el entorno para reactivar la economía del país. Su clamor, más allá de la utopía, se amplía a otras peticiones: más empresas nacionales, trabajadores bien pagados, aprovechamiento del potencial islandés…

Más política que nunca, la cantante
aporrea las puertas del capitalismo en pro de la conservación ambiental de su país. Y mientras tanto, hace música. Su última gira, la del disco
Volta (2007), le dejó exhausta tras 18 meses de conciertos que llegaron hasta España. Al terminar, prometía encerrarse tres o cuatro años para cocinar un nuevo álbum.

Un talento sin calendario

Siempre fue perfeccionista, tanto que le está costando lanzar, como paso intermedio,
Voltaic (One Little Indian)
un reflejo de ese tour con un directo en París, documentales, esas remezclas de las que presume y una buena cantidad de material extra. Un pack previsto para marzo cuya publicación no hace más que retrasarse, según su sello, sin motivo alguno.

No es necesario preocuparse, algo nos deparará Björk antes de que podarnos darnos cuenta;
algo perpetrado desde su actual residencia neoyorquina, que comparte con Matthew Barney y su hija pequeña; algo, seguro, relacionado con la fuerza de la naturaleza que es. Hasta ese momento, pongamos a todo volumen sus éxitos perennes:
Human Behaviour, Big Time Sensuality, Violently Happy, Pluto, Oceanía, Wanderlust…
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