'Los asquerosos': es mejor estar solo que mal acompañado

  • La novela de Santiago Lorenzo salta al teatro con Secun de la Rosa y Miguel Rellán como protagonistas.
Secun de la Rosa y Miguel Rellán, en Los asquerosos
Secun de la Rosa y Miguel Rellán, en Los asquerosos
DAVID FERNÁNDEZ / EFE
Secun de la Rosa y Miguel Rellán, en Los asquerosos

Vivir solo en una pequeña, diminuta aldea de Segovia tiene sus cosas. El tiempo pasa de otra manera, hay poca cobertura móvil, se pueden escribir novelas con párrafos imposibles y publicarlas hasta en Taiwán. "A veces sí me gustaría tener una pastelería cerca", dice medio en serio Santiago Lorenzo (57). Es el autor de Los asquerosos (2018), una historia de libertad, del "lujo" de encontrarse a uno mismo y de análisis sociológico fenomenal que ha mutado en obra de teatro.

Hasta el 24 de este mes –debido a Filomena, de nuevo a partir de este sábado– se representa en el Teatro Español de Madrid con una adaptación de Jordi Galceran y Jaume Buixó, pero antes de eso, "para sorpresa de propios y extraños y, sobre todo, para dolor de los traductores", ha surcado ya medio mundo. Por si no había quedado claro, el lenguaje y la sintaxis empleados en el libro son particulares, tanto que obligan a tener muy a mano el diccionario. "¿Eso es bueno o es malo?", inquiere Lorenzo, que confirma que hay poco de rebuscado en su modus: "Soy así de repipi".

El escritor, que anhela "un poco más" de influencia del género periodístico en sus creaciones, nunca espera "nada" de ellas. "Luego, todo lo que pase, sea bueno como esto o sea que te digan que eres gilipollas y escribes de puta pena, te lo comes y ya está". La novela acumula diez ediciones. El protagonista es Manuel, un joven con poca vida social que tiene que huir de Madrid porque, sin saber cómo, clava un destornillador en el cuello a un policía antidisturbios. Su tío le ayuda con la logística y acaba en un pueblo deshabitado al que llaman Zarzahuriel. Allí descubre otra vida: sin gente, sin adornos, con lo puesto.

Lorenzo no estuvo pendiente del libreto, solo miró "por encima" las versiones que Galceran le iba enviando. "Le dije desde el principio que hiciera lo que quisiera mientras no dijera que Esperanza Aguirre era la buena presidenta del Gobierno español. Mientras no dijera barbaridades", señala. Admira mucho al director, dice, así como a los actores que encarnan a Manuel y a su tío, Secun de la Rosa (51) y Miguel Rellán (77). Con el primero coincidió hace tres décadas trabajando en un Seven Eleven de Madrid – "una tienda de estas de ir a comprar alcohol"–; "las pasábamos canutas allí, nos conocimos mucho antes de que supiéramos que la vida nos iba a permitir dedicarnos a lo que queríamos". Después hicieron algún corto juntos. Por eso está "emocionado" con su elección.

santiago lorenzo

  • Portugalete, 1964. Estudió Imagen y guion y también Dirección escénica. En 1992, creó la productora El Lápiz de la Factoría. En 1995, produjo 'Caracol, col, col', que ganó el Goya como mejor corto de animación. Ha dirigido las películas 'Mamá es boba' y 'Un buen día lo tiene cualquiera'. Ha escrito cuatro novelas; 'Los asquerosos' también tendrá una película y la adaptará y dirigirá Juan Cavestany.

Rellán, al que sigue "desde las películas de (Fernando) Colomo", le parece "una maravilla de coloquialidad". Esa cualidad, precisamente, es la que ha convertido en un "desafío" para el actor aprenderse el texto de Los asquerosos, aunque para él "es cuestión de trabajar más, hasta que te lo sabes. No tiene mayor secreto", explica en otra llamada con 20minutos. Le sorprendió, reconoce, que la novela de Lorenzo fuera un éxito. "La gran masa que hace posible un best seller lo que quiere saber desde la primera línea es quién es la chica, quién es el chico y a ver si se casan", afirma el intérprete, "pero cuando no está claro quién es el bueno y quién es el malo...".

Pero hablemos de lo importante: la mochufa. El término, que el escritor ya había asomado antes, ha quedado consagrado con este libro. Define a un tipo de gente ruidosa, urbanita, que hace ostentación de lo que tiene, que viste muy de marca y llama cariño a todo el mundo, que usa mucho la palabra "disfrutar", que idealiza –y en el fondo desprecia– lo rural y que se cree a pies juntillas a los tertulianos. Más o menos.

"Es muy difícil ponerse delante del espejo, hace falta ser duro con uno mismo"

Para Rellán es algo muy extendido, cada vez más. Tanto que avisa con una "amenaza de mochufada general". "Estamos rodeados". Está en los restaurantes, en el AVE, en los ascensores, en la Casa Blanca. "Como decía mi madre, el mundo está lleno de cerdos satisfechos, de gente que está encantada de ser como es. Que no necesita aprender", apunta. Frente a esa "falta de pudor", de banalidad generalizada, hace falta autocrítica, pero "es muy difícil ponerse delante del espejo, hace falta ser duro con uno mismo".

El concepto, como demuestra la publicación de la novela en varios países, es global. "Los mochufas se creen dueños del mundo, pero sin embargo no tienen patria, gran paradoja", comenta Lorenzo. Nadie está exento, en todo caso, de verse transformado, de vivir pegado al móvil y abusar de los chistes malos, de llevar ropa de explorador al campo y meterse en el papel de dominguero. "Todos lo somos algo y yo el primero, es un riesgo en el que hemos caído", lamenta el autor vasco.

En 2012 decidió, motu proprio, instalarse en la España vaciada, donde teclea, hace maquetas y café y respira naturaleza. Algo que, a pesar de las posibles ventajas, se resiste a publicitar. "El que te esté recomendando vivir en un sitio es un comercial de inmobiliaria. No le interesas nada tú, le interesa tu dinero". Tiene proyectos en marcha, pero deja claro que "un tío escribiendo una cosa es igual a cero". Rellán, por su parte, cuenta, por suerte, con menos fechas libres "que Pavarotti en sus mejores tiempos". El teatro, asegura, "se está recuperando".

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