Cuando llegan los meses de frío, contar en casa con un calefactor puede ayudar a conseguir una temperatura óptima en una determinada estancia sin necesidad de gastar de más en calefacción y, también, pueden servir como apoyo los días de máximo calor.
Existen muchos tipos de calefactores que, además de en la forma, también se diferencian en el funcionamiento. Estos son los distintos tipos de calefactores que pueden encontrarse en el mercado, según la Organización de Consumidores y Usuarios:
- Radiadores de aceite. Son silenciosos, preparados para funcionar largo rato y capaces de proporcionar un calor agradable. Sin embargo, calientan con lentitud, son grandes, pesados y con partes accesibles que alcanzan altas temperaturas.
- Termo ventiladores. Suelen ser pequeños, ligeros y fácilmente transportables. Proporcionan calor rápido, pero a menudo son ruidosos y su corriente de aire puede resultar molesta.
- Convectores. Son silenciosos y aptos para un uso prolongado. Pero se toman su tiempo para calentar una habitación y casi nunca sirven para los cuartos de baño. Su cuerpo de metal se calienta mucho.
- Radiadores halógenos. Son rápidos y silenciosos, pero su calor se pierde rápidamente al alejarse de ellos y apenas sobrepasa los dos metros. Alcanzan temperaturas muy altas, por lo que obligan a ser precavido.
- Estufas de gas. Son muy potentes y no necesitan electricidad. Emiten gases contaminantes al encenderse y apagarse, y pueden suponer cargar con bombonas pesadas.
- Estufas de petróleo. Al igual que las anteriores, son muy potentes, no necesitan electricidad y emiten gases contaminantes. Por otro lado, provocan algo de humedad en el aire.
También están los radiadores eléctricos y los de queroseno y gas. Estos dos últimos no llevan conexión para la salida de gases y, por tanto, habrá que prestar atención a la ventilación y usarlos durante un tiempo limitado.
Una de las características fundamentales de los calefactores es su potencia, la cual puede influir en su eficacia y en el precio. Esta potencia va a depender de:
- El acristalamiento
- El aislamiento de la pared
- El volumen de la habitación
- La velocidad de calentamiento que se desee
- La temperatura regulada
Poseer un termostato eficaz es una de las recomendaciones de la OCU para regular bien la temperatura de la habitación. Con un calefactor de 1.000W sería más que suficiente para una habitación aislada, aunque es mejor optar por uno de 2.000W por si se da la ocasión de usarlo en otro lugar más espacioso.
También por seguridad hay que tener cuidado de no colocarlo a menos de un metro de objetos inflamables, ya que se corre riesgo de provocar un incendio. En el baño habrá que procurar que no entre en contacto con el agua y alejarla del alcance de los niños.
Según la OCU, la mejor opción es comprar un calefactor eléctrico, dejando atrás los de queroseno o gas. Esto, además, puede suponer un ahorro si lo que se desea es no tener que encender la calefacción central en la casa.
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