Las coníferas son una de las mejores opciones para llenar de plantas verdes cualquier espacio exterior, ya que son frondosas, requieren pocos cuidados, son resistentes a los cambios de temperatura y sus necesidades de mantenimiento son bajas. Además, existe una gran variedad, por lo que es fácil encontrar una que se adapte perfectamente al entorno del jardín.
Así, este tipo de plantas se pueden adaptar a los diferentes climas, todo dependiendo del lugar geográfico. De hecho, la temperatura es un factor que no afecta a este tipo de plantas, tal y como indican desde Verdecora.
Las coníferas son resistente tanto las altas temperaturas del verano como al frío de los meses de invierno. Por ello, lo único que hay que tener en cuenta es que, durante el verano, la época de máximo calor, hay que controlar la humedad y el riego y se recomienda pulverizar las hojas con frecuencia al final del día para refrescar la planta.
Esta característica de las coníferas de soportar frío y calor se da gracias a la forma de sus hojas, que hace que la nieve no se estanque sobre la planta y no se congelen las ramas. Durante el verano, la cera característica de la superficie de las hojas evita la deshidratación y permite que la planta optimice el agua.
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