Sin amenaza de huelgas, ignorando la crisis económica y con la intención de recuperar el favor de un público televisivo que, durante los últimos años, ha dado la espalda al gran espectáculo del cine estadounidense.
La 81.ª edición de los Oscar, que se celebrará en la madrugada del domingo al lunes (hora española), será más "atrevida y arriesgada", según el presidente de la Academia de Hollywood, Sid Ganis.
El cambio de estilo llega hasta el presentador, que este año será Hugh Jackman. El australiano, premiado en 2005 por su presentación de los Tony, adelantó a Entertainment Weekly que habría "canciones y bailes" durante la gala.
Cambio radical
El arquitecto David Rockwell, responsable del lavado de cara de los Oscar, explicó al New York Times que se "redefinirá el ADN del programa".
El ejemplo del italiano Roberto Benigni , que en 1999 caminó sobre las butacas para recoger el Oscar por La vida es bella, es el que quiere fomentarse entre los asistentes. Habrá cambios en la distribución de los asientos y un nuevo diseño del escenario.
La intención de la Academia es que la gala supere los 40 millones de espectadores en Estados Unidos, después de que en 2008 fuese seguida por 32 millones, casi la mitad de los que vieron en 1998 arrasar a Titanic.
El reciente éxito de los premios Grammy , cuya audiencia aumentó un 10% respecto a 2008, servirá como ejemplo para atraer al público. La clave de los galardones fue ofrecer muchas actuaciones en directo y priorizar el espectáculo por encima de los propios premios.
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