La 'fatiga pandémica' cala entre los españoles: "No puede ser la excusa para incumplir las normas o bajar la guardia"

Pasajeros bajando de un tren de cercanías.
Pasajeros bajando de un tren de cercanías.
GTRES
Pasajeros bajando de un tren de cercanías.

Estrés, ansiedad, cansancio, tristeza, desesperanza. Son las emociones que parecen haberse adueñado de la población española después de más de nueve meses de restricciones adoptadas con el objetivo de hacer frente a la crisis de la COVID-19. Es el fruto de unas limitaciones que, de un modo u otro, han estado presentes desde que el pasado marzo el Gobierno aprobó el estado de alarma y el confinamiento domiciliario. Con ellas, la ciudadanía ha pasado de la responsabilidad y la concienciación a la desmotivación y la apatía en un periplo anímico a través de la ya conocida como 'fatiga pandémica'.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió este concepto como una desmotivación gradual para seguir las medidas de protección y las restricciones recomendadas para reducir la transmisión del coronavirus, relacionada con diversos factores emocionales, psicológicos y culturales, entre otros. Ahora, el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) acaba de publicar la tercera ronda de resultados del estudio COSMO-Spain que confirma que esta fatiga pandémica ha ido calando paulatinamente entre los españoles con el paso del tiempo y la persistencia de las medidas.

Así, el estudio revela que la percepción del riesgo por parte de los ciudadanos sobre la gravedad de la enfermedad en caso de contagiarse se ha reducido a un 36%, cuando en rondas previas alcanzó hasta el 43%. También ha disminuido la periodicidad con la que buscan información sobre el coronavirus: un 34% indica que realiza consultas de forma muy frecuente, frente a un 41% de los participantes que aseguraban hacerlo en la ronda anterior de la encuesta.

Además, ha caído "ligeramente" la adhesión a las medidas preventivas y recomendaciones por parte de los ciudadanos, como lavarse las manos, guardar la distancia de seguridad, evitar tocarse los ojos, la nariz o la boca o reducir las reuniones sociales.

"No puede ser una justificación"

Sobre esta relajación en el cumplimiento de las normas, se pronuncia el catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Antonio Cano Vindel, que recalca el componente de "estrés" que tiene la fatiga pandémica. "Todo lo que sean emociones puede causar que se altere nuestro comportamiento. En un momento dado te enfadas y puedes hacer cosas perjudiciales para ti. Estás tan harto ya de cumplir unas reglas difíciles de seguir y pesadas que, como no ha pasado nada, haces otra cosa un poco más de riesgo y entonces ya si pasa", explica sobre el planteamiento de la ciudadanía.

En esta línea, el también presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés explica que progresivamente la fatiga pandémica irá a peor, puesto que es "acumulativa". "Por ejemplo, ahora viene la Navidad. Mucha gente que ya estaba cansada se plantea cosas como: '¿Y cómo no voy a cenar ahora con mis hijos y mis nietos?'. Y actuarán al margen de las normas que limitan el número de comensales.

"Todo lo que sean emociones puede causar que se altere el comportamiento. En un momento dado te enfadas y puedes hacer cosas perjudiciales para ti"

También se manifiesta al respecto la catedrática de Psicología de la UCM M.ª Paz García Vera, que considera que esta fatiga pandémica no debe convertirse en una forma de legitimar la desobediencia a las recomendaciones y las restricciones aprobadas por las instituciones. "El problema de los seres humanos es que muchas veces hacemos lo que queremos y luego lo justificamos. No puede ser la excusa para no cumplir las normas o bajar la guardia", argumenta.

No obstante, reconoce que es "normal sentir tristeza o ansiedad" ante esta coyuntura, ya que los ciudadanos han perdido muchas cosas que antes tenían y han visto muy limitada su capacidad de actuación, y que experimentar estas emociones incluso "habla bien" de cada uno. Además, agrega, estas vivencias han hecho posible "valorar más las cosas". Sin embargo, advierte que es necesario distinguir esta fatiga pandémica de lo que sienten quienes han padecido una verdadera pérdida durante la crisis o aquellos que sufren una patología.

Los jóvenes, entre los más afectados

Los análisis estadísticos realizados por COSMO-Spain indican que un mayor nivel de fatiga pandémica se asocia con una menor edad, un nivel de estudios más bajo, no convivir con niños y no ser personal sanitario. Asimismo, las personas que la presentan de manera más acusada son aquellas que piensan que las decisiones que se han tomado en España para contener la COVID-19 no han sido adecuadas y que consultan menos frecuentemente información sobre el coronavirus.

"Los jóvenes, en general, tienen niveles más altos de ansiedad que los mayores. En las encuestas que se han hecho, se ha visto que esto es así", corrobora Cano Vindel, que agrega que también las personas con problemas psicológicos previos se han visto más afectadas. Y añade: "Las mujeres suelen tener en general más estrés y más emociones negativas, más ansiedad, más tristeza, son más sensibles... pero en la pandemia no parece que haya fuertes diferencias con los hombres".

¿Cómo evitar la fatiga pandémica?

Pese a este panorama descorazonador, los expertos aportan un atisbo de esperanza. "Siempre se pueden hacer cosas para combatir la fatiga pandémica, tanto desde las instituciones como a título personal", afirma Cano Vindel, que apuesta por la información como método para luchar contra estas emociones. En este sentido, recalca la importancia de que los organismos "hablen claramente y digan cosas sensatas" para orientar a la ciudadanía sobre "qué cabe esperar y qué es razonable".

Desde un punto de vista individual, el catedrático anima a la población a buscar información para tener una mejor salud, tanto física como psicológica, especialmente en un contexto de pandemia. Por eso, recomienda visitar la página web de 'Bienestar emocional' del Ministerio de Sanidad, para aprender a manejar el estrés y las emociones.

Precisamente en este punto incide García Vera, que resalta la relevancia de contar con las herramientas necesarias para manejar las emociones, identificarlas y distinguir cuáles son legítimas y cuáles no. En este sentido, lanza un mensaje claro, en caso de considerarlo preciso, "no está mal pedir ayuda" para gestionar estas situaciones.

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