
Puntuales, a mediodía, hora que estaba prevista, han empezado los trabajos para derribar el monolito dedicado a José Antonio Primo de Rivera, situado entre la avenida Josep Tarradellas y la de Sarrià, uno de los últimos vestigios monumentales de la dictadura franquista que quedan en Barcelona.
Los técnicos encargados de la demolición empezaron el lunes con las primeras tareas: vallaron el conjunto monumental compuesto por un monolito de 18 metros y un friso y que estaba rigido al fundador de Falange Española, y acabaron de retirar los símbolos falangistas y franquistas.
El alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, acompañado por la concejal del distrito, Assumpta Escarp, han asistido al inicio de las obras de derribo, con lo que se cumple lo recogido en la Ley de la Memoria histórica que fijaba la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura.
Hereu ha asegurado que el derribo de este símbolo franquista "es un acto de normalidad democrática" que se está haciendo de "forma respetuosa con los elementos que puedan tener interés público".
En el chalé de su hijo
El autor de los relieves, Jordi Puiggalí, también ha acudido al acto y se ha mostrado "triste" ante el espectáculo de desmantelamiento de su obra.
El alcalde se ha acercado hacia Puiggalí y se ha comprometido a entregarle el friso para que pueda instalarlos en el chalé de su hijo, tal y como es su deseo.
Decenas de medios han seguido en directo el derribo, que ha provocado gran expectación.
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