La frase sobre la entrada de una sala en la Facultad de Medicina de Málaga apunta muy bien qué hay tras las puertas: «En este lugar es donde la muerte enseña vida». Allí los estudiantes aprenden anatomía gracias a la donación de cuerpos.
La Universidad de Málaga registró el año pasado 96 solicitudes de personas que quieren tener ese gesto cuando mueran. Sus restos serán empleados para el aprendizaje o para investigar.
La directora del departamento de Anatomía y Medicina Legal, María José Mora, detalla que 58 de los futuros donantes son españoles.
Quien se presta a esta donación no recibe ningún pago. Para inscribirse en el resgistro se debe comparecer con dos testigos. Cuando el donante muera, darán fe de que la promesa de entrega de su cuerpo a la ciencia se hizo libre y voluntariamente.
No son válidos todos los cadáveres
Los cuerpos que sirven para aprender se conservan en formol y duran años. Los que se utilizan para experimentar se congelan y suelen emplearse una sola vez, «porque si se vuelven a congelar pierden sus propiedades», añade Mora. Tras la descongelación, «son perfectos, como seres vivos»: si una prótesis no funciona en ellos, no lo hará en un vivo.
Pero si el donante fallece en un quirófano, un accidente traumático o con heridas abiertas, su cuerpo no podrá ser bien conservado y se descarta. También se rechazan cadáveres de personas con hepatitis, sida u otras infecciones, así como los expuestos a radiación.
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