Media España se congela bajo los efectos de la ola de frío, pero nuestra Princesa de Asturias ni siente ni padece el gélido azote. De sobrio negro, Doña Letizia escogió las lentejuelas -algo inusual en ella- de un escueto vestido sin mangas para acompañar a su marido, Don Felipe, a una cena institucional organizada por una entidad financiera en Sabadell el pasado miércoles.
Los termómetros marcaban tres grados. Los caballeros, de chaqueta, y la Princesa, haciendo gala de su condición femenina, hizo de tripas corazón y lució sus brazos desnudos a juego con los dedos de sus pies, que asomaban por sus peep toe, a los que es tan aficionada y que tanto han dado que hablar en los últimos tiempos.
Eso sí, elegante siempre.
No es la primera vez que hace notar su sensualidad. El pasado diciembre, en una entrega de premios a los medallistas de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín, causó sensación con su cabello rizado y una camisa que dejaba sus hombros al descubierto.
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