La crisis del coronavirus está suponiendo un auténtico sobreesfuerzo para los gimnasios de nuestro país. Ante el constante cambio de medidas no saben cómo será el futuro que se les presenta.
Desde que comenzó la pandemia, la caída en el número de socios ha sido proporcional a la de ingresos. Gastos de alquileres, suministros y sobre todo en higiene, han provocado que casi no sea rentable.
Ante el miedo a nuevas medidas, incluso con el posible cierre, intentan mantenerse a flote.
Se estima que, de seguir así, cada centro facturará la mitad que el año pasado, e incluso muchos no podrán aguantar el peso y tendrán que tirar la toalla.
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