¿Por qué la música nos ayuda a sentirnos mejor? Esta es la explicación científica

  • Aproximadamente la mitad de las personas experimentan 'escalofríos musicales' al escuchar sus canciones favoritas.
  • "La mayoría de los extractos que producen escalofríos son muy específicos para cada persona, muy personales, vinculados a la memoria, a los estilos musicales que la gente suele escuchar", dice el investigador Thibault Chabin.
Una mujer escuchando música.
Una mujer escuchando música.
PIXABAY
Una mujer escuchando música.

A algunos les pasará con una suave melodía de violín y a otros con un solo de guitarra de una banda heavy metal, pero lo cierto es que utilizar la expresión “se me pone la piel de gallina” cuando escuchamos una de nuestras canciones favoritas es de lo más corriente. Por su parte, la ciencia también le ha puesto nombre a esta sensación: 'escalofríos musicales' (en inglés musical chills) y afirma que aproximadamente la mitad de las personas los experimentan al escuchar sus canciones favoritas.

Un reciente estudio publicado este mismo mes de noviembre en la revista especializada Frontiers in Neuroscience, relata como un grupo de investigadores franceses ha observado con éxito este fenómeno neurológico utilizando por primera vez los electroencefalogramas o EEG (uno de los estudios principales que se utilizan, por ejemplo, para diagnosticar epilepsia).

Los científicos reclutaron a un grupo de personas a los que conectaron electrodos mientras escuchaban sus temas favoritos. Los participantes no solo pudieron predecir con precisión los momentos musicales que les provocarían escalofríos sino que también los experimentaron durante momentos inesperados.

"La mayoría de los extractos que producen escalofríos son muy específicos para cada persona, muy personales, vinculados a la memoria, a los estilos musicales que la gente suele escuchar", señaló el autor principal del estudio, Thibault Chabin, en una reciente entrevista para United Press.

"Los escalofríos están asociados con algunas características musicales, como armonías nuevas y no preparadas, cambios repentinos de dinámica o textura, secuencias armónicas o melódicas, ritmo, resoluciones... Depende de las experiencias musicales del oyente y de cómo es capaz de anticipar lo que sucederá después”, añade Chabin, investigador de la Universidad Bourgogne Franche-Comté en Francia.

El experimento demostró que durante los momentos en que los oyentes indicaban que experimentaban escalofríos musicales, simultáneamente los electrodos que llevaban adheridos al cuero cabelludo revelaban un estallido de actividad eléctrica en la corteza orbitofrontal (una parte del cerebro involucrada en el procesamiento emocional). Las grabaciones de EEG también indicaron una mayor actividad en el área motora suplementaria, región del cerebro responsable en parte del control del movimiento; y el lóbulo temporal derecho, encargado del procesamiento auditivo y la apreciación musical.

Esto quiere decir, según los investigadores, que estas tres regiones del cerebro trabajan en conjunto para procesar la experiencia musical, coordinar una repuesta de satisfacción y liberar dopamina, neurotransmisor conocido también como “la hormona del placer”.

El responsable del estudio también asegura que los EEG facilitan que se puedan exportar este tipo de pruebas del laboratorio a escenarios reales: "Los nuevos métodos de hiperescaneo para medir el acoplamiento cerebral interindividual son un método prometedor para estudiar objetivamente la interacción social y la interacción socioemocional, incluidas las experiencias musicales compartidas y las emociones musicales compartidas. Este trabajo fue un primer paso antes de otras investigaciones en condiciones naturales”.

"Lo que es intrigante con la música es que parece no poseer valor biológico y no tiene ninguno en el plano de la supervivencia", dijo Chabin. "Pero la implicación del sistema de recompensa y del sistema dopaminérgico en el procesamiento del placer musical sugiere una función ancestral de la música”, concluye.

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