Un hogar compartido

  • Despuésde30 años, reforman la residencia de Asprona en Viana.
  • Lo han convertido en pequeños apartamentos.
  • El macrocentro es historia.
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Varios usuarios, en su salón, viendo la tele.
Varios usuarios, en su salón, viendo la tele.
PABLO ELÍAS
Varios usuarios, en su salón, viendo la tele.

La mayoría tienen entre 30 y 50 años y graves problemas de movilidad. Son discapacitados, grandes afectados, y requieren atención permanente «los 365 días del año, las 24 horas del día». Aunque no por eso tienen que renunciar a su privacidad e independencia.

Los 48 inquilinos del centro residencial de Asprona en Viana de Cega han visto cómo su casa se transforma.

«Se ha pasado de cubrir sus necesidades en un macrocentro a proporcionar, además de atención, calidad de vida en un entorno acogedor», asegura M.ª Eugenia del Olmo, responsable del área educativa-asistencialde Asprona.

Lo que era un gran pabellón y cuartos compartidos por 10 y 12 personas, después de 30 años ha dado paso a pequeños ‘chalés´, conectados entre sí, con habitaciones individuales dobles y baños adaptados, uno por cada dos usuarios. «Muchos no tienen familia o no pueden hacerse cargo de ellos y el centro se convierte

en su hogar. Donde más se nota el cambio es en la posibilidad de darles una atención individualizada», comenta la directora de servicios residenciales, Teresa López.

Además de su casa, tienen allí también el centro de día. El lugar en el que entre las 10 y las 17 horas realizan sus actividades y donde se les unen otros 16 compañeros, «a su ritmo, unos hacen manualidades y otros pintan, cada uno lo que puede».

Cada profesional se encarga de un mínimo de cuatro usuarios; «lo ideal sería poder estar permanentemente sólo con dos», pero ese será el siguiente paso.

fjhJ. C. Escalera ‘Mogo´. Profesional de atención.

«HAY QUE COMPRENDERLOS Y ACEPTARLOS TAL Y COMO SON»

Nuestro trabajo gira en torno a su vida diaria. Desde la ducha, vestirse, hasta los talleres. La principal cualidad necesaria es la empatía hacia ellos y la paciencia. Necesitan apoyo muy específico y avanzan poco, a su manera. Siempre hay una relación afectiva, se les tiene mucho cariño. Lo que más cuesta al principio es comprender y aceptarlos tal cual son. Les llamamos nuestros niños, pero son adultos».

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