Un ciclista de fondo curtido en Llodio

  • Juan José Ibarretxe (PNV) es lehendakari vasco desde 1999.
  • Es  'euskaldunberri', ha aprendido euskera de adulto.
Juan José Ibarretxe, en una comparecencia (EFE).
Juan José Ibarretxe, en una comparecencia (EFE).
R. B.
Juan José Ibarretxe, en una comparecencia (EFE).

Las inundaciones que arrasaron la cuenca vizcaína y alavesa del Nervión en 1983 cogieron a Ibarretxe en la Alcaldía de Llodio, su localidad natal. Era su primer cargo político, al que accedió con sólo 23 años.

Después, Juan José Ibarretxe Markuartu (15 de marzo de 1957) presidiría las Juntas Generales alavesas antes de dar el salto a la vicelehendakaritza del Gobierno vasco con el Gobierno de Ardanza. El siguiente escalón le situó ya, en 1999, como lehendakari por el PNV, en sustitución de José Antonio Ardanza, cargo en el que todavía continúa.

Pero no siempre vivió de la política. Antes de convertirse en alcalde, Ibarretxe trabajó en una empresa en la que tuvo oportunidad de mejorar el inglés. En Llodio, Ibarretxe se calzó las katiuskas para luchar contra el barro y el agua.

Y nunca ha dejado de regresar a su pueblo natal. De hecho, aunque reside en Ajuria Enea, la residencia oficial de Vitoria, cada fin de semana, acompañado de su mejor, Begoña, regresa a Llodio.

Ahora ya, sin sus dos hijas, la mayoría de veces. Ambas, universitarias, han abandonado el nido familiar, aunque al lehendakari le gusta alardear de su buena relación con las dos.

Al lehendakari Ibarretxe también le gusta destacar el esfuerzo que ha hecho por aprender euskera. De hecho, dice que una de sus mayores satisfacciones es hablar en este idioma con sus hijas.

Mari Karmen Garmendia, en su momento consejera de Cultura, fue la que personalmente se preocupó de que el lehendakari, en un tiempo record, fuera capaz de dar discursos en euskera.

Es, además, madrugador por naturaleza. Pero, al margen del trabajo, Ibarretxe es conocido por calzarse cada domingo el culote y salir a pedalear más de 100 kilómetros.

Lleva con el mismo grupo de amigos ciclistas unos 25 años. Con la bici se maneja bien.

Al volante sin embargo, se confiesa más torpe y cede ese puesto a su mujer. Así, él, de copiloto, disfruta del paisaje cada vez que la familia se escapa, de incógnito y sin necesidad de guardaespaldas. Para él, la familia es lo más importante. A Begoña la conoció de chaval, en la cuadrilla de amigos de Llodio, y terminaron juntos.

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