
Es su primera película como actor, director y productor. ¿Fue un reto?
Mucha gente no querría hacerlo porque, si fracasas en una comedia, es un desastre, no es como con un drama, que depende de tu interpretación. Lo que me asustaba de la película era también lo que me atraía de ella, ese desafío. Luego estaban los desafíos físicos, aprendí artes marciales. Me entrené siete meses y el rodaje fue estupendo, incluso con mis heridas: me rompí un dedo, la rodilla y un hombro...
En una escena de la cárcel aparece un chino con cuchillos, ése era Dan Inosanto, discípulo de Bruce Lee, que me entrenó para esta película. Siento mucho respeto por las artes marciales, quería hacerlo bien. Y me lo pasé muy bien aprendiendo. Si quieres, te lo demuestro...

Sí, Jennifer Morrison está buenísima. Confieso que la quiero. No me explico cómo no nos hemos enrollado o hemos hecho antes una película. Pero en la pantalla se nota que nos gustamos. Ella siempre ha querido hacer comedia, pero nadie le ha dado la oportunidad. Yo se la di porque en cada casting mejoraba más y más. Otras actrices podían ser más divertidas, pero sabía que Jennifer iba a trabajar duro. No tiene límites. Estoy muy orgulloso de ella.
¿La eligió usted mismo?
Sí, tomé todas las decisiones de la película, incluso lo que se iba a comer. Especialmente esto último (risas). Jennifer es muy abierta... Tal vez no debería contar esto, pero tuvimos un problema con sus pechos, porque su personaje debía estar operada y ella no lo está. Así que tuvimos que ponerle unos pechos de mentira. Eran fantásticos, no se notaba nada. Jennifer es maravillosa, con las prótesis y sin ellas. Creo que le gustó tenerlas durante el rodaje.
¿Y cómo fue el rodaje con David Carradine?
Es muy buen actor de comedia. Le encantó jugar con su propia imagen. Entendió el guión, el sentido del humor. Creo que lo más interesante de su papel es que podría matarte de un soplido, pero se destruye a sí mismo: fuma a tope, bebe como un cosaco... David, en algún sentido, tiene algo de El Maestro, no sabría decir exactamente qué es.
¿Intimida? ¿Has visto el palo que lleva? Es un hombre adorable, pero su palo no. Me rompió el dedo. Bueno, fue un accidente.
La parte de la prisión es bastante seria. ¿Por qué?
Sí, quería hacer una comedia, pero que contara algo. El sistema de prisiones en Estados Unidos es muy duro y no quería bromear sobre ello. Hay un odio racial tan fuerte que en algunos lugares, como California, hay cárceles para negros, cárceles para latinos... porque si estuvieran juntos se matarían. Como cineasta, quería demostrar esa faceta más seria.
Muy serio. No, fuera de bromas, creo que no voy a seguir haciendo comedias. La parte tonta de mi carrera se ha acabado. Por eso es tan importante esta película para mí: la primera parte es divertida y la segunda parte es más seria porque es mi manera de despedirme de la comedia. Es una película de transición y espero que el público me acompañe en esa transición.
¿Cuáles son sus próximos proyectos?
Me gustaría hacer películas sobre la condición humana. Hay una película, The chosen one (El elegido), sobre una familia que trata de asumir el suicidio de su padre. También estoy escribiendo un guión sobre personas que están estancadas, que no pueden resolver sus propios problemas. Me identifico con ellos. Pero si Fernando León me llama, estoy disponible.
¿Le pesa estar aquí mientras se produce un momento histórico en su país?
Me gustaría esta allí, pero ninguno de los millones de personas que estarán presenciando la investidura de Obama van a poder probar una paella perfecta como yo. Creo que Obama comprenderá que el trabajo es lo primero. La paella es lo segundo.
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