Feijóo, el joven imperfecto

  • Con 47 años, Alberto Núñez Feijóo representa la imagen renovada del Partido Popular en Galicia, y es el candidato más joven a la Presidencia de la Xunta.
  • Fraga lo eligió para suceder a Cuiña en Política Territorial tras la crisis del Prestige.
Alberto Núñez Feijóo, durante un mitin (ARCHIVO).
Alberto Núñez Feijóo, durante un mitin (ARCHIVO).
Alberto Núñez Feijóo, durante un mitin (ARCHIVO).

"Nadie es perfecto". Lo dice Alberto Núñez Feijóo de si mismo. Pero no porque se vea defectos como posible presidente de la Xunta, sino porque así justifica su soltería, algo que traía de cabeza a su antecesor como dirigente del Partido Popular en Galicia, Manuel Fraga. A sus 47 años, Núñez Feijóo se deja querer. Lo único que ha aclarado sobre su vida privada es que no es homosexual, "evidentemente, no", pero a la hora de hablar de novias, da la callada por respuesta. Quizás espere a estar en San Caetano para formalizarse y darle una alegría a Fraga. Mientras tanto, su vida se centra casi exclusivamente en la política.

Desde que se constituyó como autonomía con gobierno propio en 1981, Galicia ha estado gobernada por los populares (primero Alianza Popular con Fernández Albor y después PP con Fraga) con la única excepción de estos últimos cuatro años y los dos del tripartito del socialista Fernando González Laxe. Así pues, son seis legislaturas (24 años) de Galicia popular el bagaje que respalda a Feijóo. Un apoyo en clave histórica que, sin embargo, puede no darle todos los frutos esperados tras la fuerte renovación emprendida por el ourensano.

Alberto Núñez Feijóo nació en Ourense en 1961. Estudió Derecho en la Universidad de Santiago y con 23 años ya estaba trabajando en la Xunta. Con el PP en el Gobierno central se fue a Madrid, donde fue presidente del Insalud y de Correos. Aunque su puesto en este último ente público le deparó numerosas críticas (se le acusó de privatizar el servicio), Fraga no dudó en ficharlo para el ejecutivo gallego nombrándolo en 2003 conselleiro de Política Territorial, tras la caída de Xosé Cuiña, considerado hasta ese momento delfín de Fraga, por la crisis del Prestige. Cuando se convocaron las elecciones de 2005 ya era vicepresidente de la Xunta. Pero la pérdida de la tradicional mayoría absoluta que respaldaba a los populares y la alianza entre socialistas y nacionalistas, truncó su carrera en el Ejecutivo y lo relegó a la oposición. Pero fue precisamente el varapalo electoral el que le abrió el camino definitivo para liderar a los populares gallegos, ya que Manuel Fraga se retiró de la política gallega. Eso sí, su nombramiento como presidente del PPdeG no fue un camino de rosas con Cuiña y otros líderes partido propugnándose como sucesores.

La elección, finalmente mayoritaria, de Núñez Feijóo como nuevo líder popular en Galicia zanjó definitivamente una batalla interna que el partido llevaba varios años soportando. Fue lo que se denominó el enfrentamiento entre el sector de la boina (el que defendía un regionalismo más tradicional, con Cuiña y los presidentes de las diputaciones de Lugo, Cacharro Pardo, y Ourense, Baltar, al frente) y el del birrete (una política más centralista defendida, de hecho, por los populares afincados en Madrid). Aunque Feijóo asegura que en su pueblo "no hay birretes", lo cierto es que la boina se llevó la peor parte.

Pero la renovación no finalizó ahí. Pasar de los 84 años de Fraga a los 45 de Feijóo fue sólo el primer paso. Las elecciones municipales de 2007 sirvieron para que el nuevo líder fijase posiciones, forzando la renovación de las listas populares en muchos ayuntamientos (gobernasen o no), lo que motivó que representantes de la vieja guardia que se vieron excluidos o relegados abandonaran el PPdeG y crearan un nuevo partido. El resultado electoral no sirvió para reforzar su estrategia, ya que el partido perdió más de 250 concejales. Sí le sirvió para retirar de la escena a Cacharro Pardo, al quedarse socialistas y nacionalistas con la Diputación lucense.

Así pues, dos años después, ya apenas queda rastro de la boina y, se pongan birretes o no, Núñez Feijóo y su equipo apuestan por un galleguismo centrista y reformista, un liberalismo poco amigo del populismo en el que ya no se llevan ni las gaitas ni las pulpadas. El partido busca una imagen más moderna corbata tras corbata. Feijóo no se la quita ni para desayunar en su piso de Vigo, como muestra en su televisión por Internet. ¿Irá con el nudo puesto a los viajes que le gusta hacer por el mundo adelante?

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