"Si dices que el origen de toda la situación está en las hipotecas porquería que se concedieron a personas sin ingresos, sin trabajo y sin propiedades, es decir, a las clásicas personas a las cuales no les dejarías ni cinco euros, resulta que la gente lo entiende y te considera un gurú". Estas palabras que Leopoldo Abadía ha plasmado en su libro La crisis ninja y otros misterios resumen bien el camino que le ha llevado al éxito.

Enhorabuena por su éxito: su crisis ninja ha triunfado.

Sorprendentemente, por lo menos para mí. El otro día lo comentaba en casa. Si hace ahora un año me llegan a comentar esto, no me lo creo, porque no tiene nada que ver con lo que he hecho yo en mi vida. O sea, que a los 75 años he empezado una nueva profesión, lo cual es maravilloso. Yo no había hablado con ningún periodista nunca y, ahora, me deben de faltar muy pocos. Me está gustando.

Yo llevaba tres o cuatro años haciendo un diccionario con palabras que sacaba de los periódicos. Si no entendía una cosa no la ponía. Lo de la crisis iba a ser un vocablo más, pero quedó largo, lo puse como anexo y tuve un fallo del que me alegro: se lo envié a dos amigos míos. Al cabo de 15 días, el artículo llegó a mi despacho recomendándomelo. Entonces, mi hijo Gonzalo hizo el blog y... ¡llevamos más de dos millones de visitas!

¿No le gustan los políticos?

A mí, toda persona que intente hacer las cosas bien y que trabaje en serio me cae bien, sean barrenderos, ingenieros o presidente del Gobierno. Pero hay mucho político que hace su trabajo mal. Esos me caen especialmente mal.

Todos tenemos que ser responsables. Pero si yo tengo doce hijos, tengo que ser más responsable que un chaval soltero. Un señor que tiene detrás a 46 millones de personas tiene que ser responsable.

¿Qué se ha hecho bien?

Leí lo del Plan E. Aún no me ha dado tiempo a estudiarlo, pero me ha gustado que hayan puesto todas las medidas juntas, porque me permite pedirle al Gobierno cuentas sobre qué se ha hecho.

¿Y los ciudadanos? Si yo me quedo sin empleo, mi mujer no tiene trabajo y llego a casa queriendo pintar el salón y comprar un sofá nuevo, mi mujer me tiene que decir, hay que comer. Y en estos momentos hay que comer. Se nos ha olvidado que nuestra obligación es dejar de hacer el idiota con nuestro dinero.