La mítica sala Razzmatazz de Barcelona podría desaparecer debido al cierre por la pandemia

  • Lluís Torrents, presidente de la ASACC y gerente de la sala, advierte que el cierre de estos espacios provocará un "panorama de devastación cultural".
  • A día de hoy, al menos 15 salas de conciertos han cerrado definitivamente en diferentes localidades del país.
  • Daniel Faidella, dueño de Razzmatazz, pide que las administraciones ofrezcan una hibernación de los gastos fijos.
La sala Razzmatazz y la campaña '¿El último concierto?'
La sala Razzmatazz y la campaña '¿El último concierto?'
SALA RAZZMATAZZ
La sala Razzmatazz y la campaña '¿El último concierto?'

La mítica sala Razzmatazz de Barcelona podría desaparecer a causa del cierre por la pandemia de coronavirus. “A día de hoy, hemos perdido un millón de euros, así que, lamentablemente, el cierre está sobre la mesa, pero no sólo el nuestro, sino el de muchas otras salas”, cuenta su dueño, Daniel Faidella. Y es que estos espacios llevan ya ocho meses sin poder abrir, "el único subsector de la economía que lleva cerrado todo este tiempo", señala.

Lluís Torrents, gerente de Razzmatazz y presidente de la Asociación de Salas de Conciertos de Cataluña (ASACC), cuenta que "la situación es absolutamente devastadora para las salas, sobre todo para aquéllas que también son locales de ocio nocturno" y advierte que "ya hay fondos buitre que están acechando para adquirir estas licencias y, si lo hacen, está claro que no celebrarán conciertos, porque no son rentables. Lo es mucho más utilizar el escenario de una sala para crear una 'zona VIP' de una discoteca".

Faidella defiende que las salas de conciertos son generadoras de cultura. Por eso, remarca que el cierre no sólo afecta directamente a las salas, sino también a los artistas y a todo el sector que hay detrás: técnicos de sonido, técnicos de luces, promotores, etc. 

"Devastación cultural"

A día de hoy, unas 15 salas de conciertos ya han cerrado definitivamente en España, asegura Torrents. "Nos parece grave que a un sector entero se le menosprecie de esta manera, y más teniendo en cuenta que somos un sector cultural básico para el desarrollo de los artistas", lamenta.

"Si los artistas no tienen salas pequeñas al principio, es imposible que acaben siendo Love of Lesbian"

En cuanto a las salas grandes, Torrents explica que su desaparición puede provocar que muchas bandas internacionales suficientemente conocidas para llenar la sala 1 de Razzmatazz, pero no un estadio, dejen de incluir Barcelona en sus giras, porque no tendrán donde tocar.

Por otra parte, sobre las salas pequeñas, cuenta que muchas se dedican a las bandas emergentes que, en sus primeros conciertos, no concentran a más de 30 personas, y que estas bandas necesitan estos espacios porque, en lugares más grandes, no salen los números. "Si los artistas no tienen salas pequeñas al principio, es imposible que acaben siendo Love of Lesbian", apunta.

"Si se pierde ese tejido, se pierde todo ese inicio de la carrera musical de muchísimos artistas. Tendremos un panorama de devastación cultural porque las salas desaparecerán y será muy difícil que vuelvan. Por eso no entendemos que esto se esté tomando tan a la ligera", critica.

Hibernar los gastos

Faidella asegura que las diferentes administraciones no les han dicho nada sobre qué pueden hacer o si van a recibir alguna ayuda. Pide que, al menos, la Generalitat les permita hibernar los gastos corrientes, como el alquiler, los suministros, las hipotecas, los recibos, etc. y que, cuando recobren la actividad y vuelvan a generar ingresos, puedan devolverlos en varios años.

“Yo entiendo perfectamente que no hay dinero para todos y que es un momento muy difícil. Por eso, creemos que una idea podría ser llegar a un acuerdo para poder hibernar de alguna manera todos esos gastos que nos hacen pensar que o esto cambia o moriremos, porque tenemos un pulmón financiero, pero no es eterno. No pedimos que la Generalitat nos rescate, pero que nos pueda prorrogar los gastos a tres o cinco años", comenta.

"El tiempo que aguantemos sin cerrar va a depender de muchas cosas, pero esto no es eterno, y es cuestión de meses, no de años"

En cuanto a la posibilidad de abrir con restricciones, Faidella sostiene que, en el caso de Razzmatazz, abrir con un aforo inferior al 50 o al 60% no es rentable. Por otra parte, apunta que ahora no es el momento dada la gravedad de la situación epidemiológica, pero que, en otro momento, como en verano, se podría haber valorado. 

"Cuando la cosa se vuelva a normalizar, ¿por qué puede abrir el Palau de la Música y yo no? ¿Por qué se puede hacer un evento en una iglesia? Podemos buscar miles de fórmulas para poder hacerlo bien. También podemos empezar poco a poco. No abramos Razzmatazz, abramos primero las salas pequeñas, como Sidecar, a ver cómo funciona y, si no hay problema, vayamos ampliando", reclama.

Respecto a cuándo podría cerrar la sala si no se tomasen medidas para evitarlo, Torrents señala que, "tal y como estamos, aunque es difícil de predecir, calculamos que podríamos aguantar hasta final de primavera del año que viene”. Por su parte, Faidella añade que "el tiempo que aguantemos sin cerrar va a depender de muchas cosas: si hay ayudas, si podemos hibernar los pagos, etc., pero esto no es eterno, y es cuestión de meses, no de años".

El último concierto

Con el objetivo de mostrar y denunciar su situación, varias salas de todo el país se han unido para, el miércoles 18 de noviembre, ofrecer por streaming el que, señalan, podría ser “el último concierto”. 

En un comunicado emitido el lunes, cuentan que, durante estos meses, se han cancelado cerca de 25.000 conciertos y que las pérdidas que van a acumular las salas hasta final de año sumarán cerca de 120 millones de euros.

“La situación es insostenible y, si las administraciones no toman medidas de calado en un plazo corto o inmediato, es muy probable que la mayoría de las salas del país se enfrenten este 2020 a ‘El Último Concierto’”, advierten.

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