La gran mayoría de los 62 millones de ciudadanos que votaron a Donald Trump en las elecciones de 2016, no tenían pensado cambiar su voto de cara a estos comicios. El presidente republicano no ha defraudado a sus votantes más fieles y espera volver a recibir su apoyo, con algunos matices: "Se podría añadir una parte de los votantes que habitualmente se abstienen, electores que desconfían de la política. Aquí se encuentran agrupaciones religiosas que pueden tratar de movilizar el voto en favor de Trump", apunta Gutiérrez. 

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Los patrones para analizar el tipo de votante se repiten en este caso. El ciudadano estadounidense que votará al candidato republicano es, a rasgos generales, un hombre, mayoritariamente blanco, que proviene de las zonas industriales del cinturón de óxido y sin título universitario. 

Respecto a las zonas rurales, Donald Trump también sigue teniendo el apoyo mayoritario, como ya sucedió en 2016, pero puede perder una parte: "Las dudas están en algunas partes de la zona rural, como pueden ser las de California. Tras los grandes incendios y con su constante negación del cambio climático, es posible que los propietarios de bosques, grandes granjas, etc, cambien su voto republicano por el demócrata, porque se sienten abandonados". 

La búsqueda de un culpable sobre el Covid, clave para la clase media

Con cerca de 223.000 fallecidos y decenas de miles de negocios cerrados como consecuencia del Covid-19, una de las claves para estas elecciones es cómo interpretará la clase media esta crisis. "Hay personas de clase media que habitualmente votaban demócrata, pero han visto cómo han fallecido sus familiares y se han hundido sus empresas. Si consideran al 'virus chino' como el culpable de la crisis económica, es decir, al enemigo exterior, puede aumentar el voto a Trump", apunta el consultor político. 

El momento actual que viven los estadounidenses afectará enormemente a la hora de votar. Un ciudadano medio, que suele dudar a quien votar, pero que habitualmente elige a los demócratas, puede cambiar su manera de pensar tras ver que ha tenido que cerrar su negocio y puede sufrir problemas económicos. Más concretamente, puede ver en Biden una amenaza, tras sus declaraciones en las que afirma que no cree en el petróleo y con propuestas como subir los impuestos. Por otro lado, se puede ver seducido por el impulso proteccionista de Trump. 

Un país divido en el que se hace fuerte el discurso nacionalista

Desde la llegada de Donald Trump al poder, Estados Unidos ha vivido un proceso de división de su población entre los que le apoyan y los que, directamente, no le aguantan. La sociedad llega a estas elecciones partida en dos y es un aspecto que juega a favor de Trump y su discurso nacionalista. La posición proteccionista gana adeptos en los momentos de crisis, como el actual, y por ello lo ha potenciado en su campaña. También sale ganando en situaciones de enfrentamiento, por lo que mantiene el viejo discurso de que los demócratas y Biden son unos "peligrosos comunistas". Hay una parte de los votantes indecisos a los que no le convence ningún candidato, por lo que Trump se presenta ante ellos como la única alternativa al históricamente temido socialismo, potenciando una política de protección ante el enemigo extranjero, con la que intenta convencer. 

Por último, si se hace una comparativa entre la política española y la estadounidense, su homólogo a nivel ideológico estaría entre Vox y el Partido Popular. Abascal ya ha mostrado su apoyo a Trump en múltiples ocasiones, no así el PP, quien todavía no se ha posicionado de cara a estas elecciones. En cualquier caso, comparten el discurso nacionalista y conservador, además de su enfrentamiento directo contra sus rivales políticos, a los que tildan de 'comunistas' tanto a uno, como al otro lado del atlántico.